Hace unos días una persona falleció en las oficinas de Lanbide en Zalla, Bizkaia. Se trata de un hombre perceptor de la RGI al que se le imponían cursos de reinserción laboral pese a su mal estado de salud. El hombre, padre de familia, acudió a las oficinas para tratar de justificar su incapacidad, pero no se tomó en consideración su situación. En ese mismo momento, a las puertas de las oficinas, sufrió un infarto que causó su muerte.
Ante este lamentable hecho sólo podemos mostrar nuestro más sentido pésame y solidaridad a su familia y allegados.
Este fatal acontecimiento es una muestra extrema de la presión a la que se ven condenadas miles de personas usuarias de Lanbide en el País Vasco: al aumento imparable de la pobreza y de la incertidumbre aparejada a ella, se le suman los recortes y las reformas que el Gobierno Vasco está aplicando. Llevamos tiempo señalando los efectos : devastadores de ello: un sistema de prestaciones que se dota de herramientas cada vez más represivas (las visitas de la policía en los domicilios sin previo aviso, el aumento de sanciones y multas, la creación de una policía a cargo de Lanbide...) y que retuerce sus criterios de acceso para dejar a las personas más vulnerables fuera del acceso a la prestación.
La burocracia es una soga al cuello que sirve, por un lado, para discriminar a miles de personas y expulsarlas del sistema, y por otro lado, para disciplinar a quienes se quedan dentro del sistema. Las obligaciones que se imponen desde la burocracia son violencia, y ponen una sombra de sospecha sobre las personas vulnerables, criminalizándolas y reprimiéndolas. Son instituciones políticas al servicio del beneficio privado, que persiguen el “fraude” de los pobres mientras institucionalizan el fraude de las grandes empresas; o que ahorran miles de euros expulsando a quienes peor están del sistema de prestaciones, mientras gastan miles más en la policía que reprimirá a esas mismas personas.
No aceptamos esta receta que combate la pobreza con represión y la desigualdad con exclusión. Esta receta sólo empeorará la situación para la clase trabajadora y traerá situaciones de mayor violencia, como la que hemos visto en Zalla. Por nuestra parte, seguiremos luchando por un acceso universal a condiciones de vida de calidad.