Diez años del 15-M: de la indignación a la rabia

viñeta15-M RONDA. En pocas palabras.- A partir de la indignación de cuarenta personas que decidieron la noche del 15 de mayo de 2.011 acampar en la Puerta del Sol de forma espontánea, se produjeron una serie de protestas pacíficas por toda España que tuvo eco en todo el mundo, con la intención de promover una democracia más participativa alejada del bipartidismo PSOE-PP y del dominio de bancos y corporaciones, llevando a cabo medidas para mejorar el sistema democrático.

Creció una nueva ilusión en gran parte de la ciudadanía, pensando que las cosas podían cambiar. Sin embargo, de la indignación hemos pasado a la rabia en este 4 de mayo cuando cerca de dos millones de madrileñ@s han votado al PP y a VOX, y en los cuatro distritos con menor renta media por persona, Usera, Puente de Vallecas, Villaverde y Carabanchel, el PP ha sido el más votado.

En el año 2011, más de seis millones de personas, según una encuesta de Ipsos, participaron de alguna forma en el 15-M, movimiento que un 76% de las personas encuestadas consideraba razonable, y que llegó a reunir a decenas de miles de personas en las principales ciudades del país.

Era el clamor contra una clase política entregada a los poderes económicos. El entonces presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, cedía a las presiones de la Unión Europea para aplicar políticas de austeridad, haciendo caso omiso a las calles y modificó el artículo 135 de la Constitución para adaptar el gasto público a los intereses de las élites de Europa, al mismo tiempo que nos robaban la democracia.

En términos generales, los partidos surgidos del 15M poco o nada tenían que ver con el 15M. Parece que han finalizado su ciclo. Han sido sensibles a valores no del 15M, como la verticalidad, los personalismos, la vía institucional… basados en la relación con el poder más que con un servicio a la sociedad.

No se puede pensar que desde las instituciones se resolverán los problemas, es algo inviable dentro de un sistema capitalista. Sin una mirada ecofeminista no somos conscientes que las opresiones del capitalismo y del patriarcado, lo son contra la clase trabajadora –cuatro millones de personas sufren pobreza extrema en España-, contra las mujeres –todavía cobran un 27,6% menos que los hombres- y contra la naturaleza –cambio climático-.

Pero de la indignación del 15-M, hemos pasado a la rabia del 4-M, las elecciones a la Comunidad de Madrid, dónde muy cerca de dos millones de madrileñ@s han votado al PP y a VOX, que en nombre de la “libertad”, según los datos de la última liquidación de la Agencia Tributaria, las grandes fortunas - 18.587 personas con un patrimonio medio de 9,4 millones de euros por contribuyente- se ahorran en la Comunidad de Madrid 905 millones de euros al año. En total, Madrid deja de ingresar 4.111 millones al año por las rebajas de impuestos a los ricos de Isabel Ayuso.

Como consecuencia de las rebajas de impuestos, y en nombre de la “libertad” Isabel Ayuso impidió que un 75% de los ancianos contagiados con Covid-19 fueran enviados a los hospitales para ser atendidos, mientras el crecimiento de la inversión en sanidad privada en la Comunidad de Madrid triplica al de la pública. Éstos son sólo unos ejemplos.

Quizá la posibilidad más aterradora ahora mismo es que el discurso homófobo, misógino y violento de Vox infecte a amplias capas de la población que no votarán a ese partido, pero que votarán al PP y le exigirán que emita las mismas señales.

Mientras el Fondo Monetario Internacional prevé un estallido social cuando se supere la pandemia –calculan que ocurrirá el verano de 2022-. Esperamos que cuando la indignación vuelva de nuevo a las plazas y a las calles, tengamos de referencia otro acontecimiento histórico de hace 150 años, la Comuna de París, que se votó en unas elecciones y se aprobó el 28 de marzo de 1871.

La Comuna pretendía abolir la propiedad de clase que convierte el trabajo de muchas personas en la riqueza de unos pocos, el primer intento por parte del proletariado de gobernarse a sí mismo, la abolición de toda clase dirigente que atenta contra la fraternidad de los pueblos.

Una revolución desde abajo, sin líder, sin partido, así se organizó el 15-M, porque no se puede cambiar el sistema capitalista y patriarcal desde dentro, y en vez de barricadas, construir un sistema de valores emancipatorios al sistema vigente actual que nos deshumaniza.

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