15-M Ronda. En pocas palabras.- Nunca ha habido tanta información en el mundo. Cada día se generan 2.5 quintillones de bytes, según la última cifra de 2020; 5.300 millones de personas tienen acceso a internet en el planeta en 2024, lo que equivale al 66% de la población mundial, y solo en Google se realiza 70.000 búsquedas cada segundo o 5.800 millones al día, mientras que más de 2.000 millones de personas envían a través de WhatsApp 100.000 millones de mensajes de texto, como media.
Pasamos una media de cera de 6 horas al día pegados a nuestras pantallas. El 90% de los datos en Internet se han creado desde 2016, según un estudio de IBM Marketing Cloud. Nunca había habido tanta información y, sin embargo, nunca había sido tan difícil distinguir entre la que es creíble y confiable y la que es pura charlatanería o un simple bulo.
La verdadera información exige verificar, comprender y contextualizar antes de publicar. En las redes hay mucha comunicación, algo de información y mucha basura informativa. En estos tiempos inciertos, se hace necesaria una información de calidad, independiente y plural, capaz de superar la desconfianza y el desinterés en las noticias y combatir los bulos.
La sobreabundancia de contenidos, la ausencia de mecanismos de verificación, el anonimato y la rápida viralización de mensajes —auténticos o falsos— producen consecuencias no solo para las empresas informativas, sino también para la sociedad en su conjunto. (Digital News Report Estado español 2024).
Los medios españoles suman 1.100.000 suscriptores digitales, en 2024, pero con un nivel de desconfianza históricamente alto. La preocupación por la desinformación en internet sube en el Estado español seis puntos con respecto al año anterior y preocupa al 70% de la ciudadanía saber qué es falso y qué no. (Instituto Reuters 2024). Entre los países europeos el Estado español es se sitúa con el grupo de los países más preocupados junto a Portugal, Irlanda y Reino Unido.
Estado es, el país desarrollado donde más tiempo pasan los jóvenes en las redes sociales. A nivel global, los jóvenes con menos de 18 años pasan cuatro horas de su día conectados a las pantallas, y pasan 94 minutos al día conectados a la red social TikTok, a la que más tiempo dedican, lo que equivale a casi 24 días completos al año. (Antena 3)
La información contaminante, en los últimos años, ha proliferado en nuestros móviles, en nuestras ondas y en nuestras pantallas. En muchos medios de comunicación es más importante fijarse en los anuncios que leer sus informaciones, de ese modo sabremos qué empresas, empresariado y administraciones públicas contribuyen a la contaminación mediática.
El 83% de la ciudadanía del Estado español teme que periodistas y reporteros “traten deliberadamente de engañar a la gente diciendo cosas que son exageraciones o falsedades”. No considerar la información como un servicio público y promover su “privatización” sirve a los intereses creados y refuerza la actual situación de desigualdad, perjudicando a quienes menos tienen.
Si las personas que informan son honestas, la información está salvada. Si las nuevas generaciones de periodistas apuestan por formarse y por informarse, la información estará salvada. Si, por el contrario, se acepta esa frase tan frecuente en las elaboraciones de informaciones “pero es que esto trae más visitas”, la información ya se convierte en basura.
Ejercer la información crítica puede resultar contraproducente para el negocio periodístico. Mantener una línea crítica informativas y recibir financiación no van de la mano.
Pero, sin información veraz, independiente y crítica con el poder se pone en riesgo el periodismo en su sentido más amplio, pero también la libertad de elección de la ciudadanía y la misma sociedad democrática.
La información basura es consecuencia de una imposición de sumisión al poder y de control a la libertad de expresión. La verdad sobre lo que pasa es lo único que tiene valor para cualquiera. La información veraz es hoy mucho más frágil, mientras que la presión empresarial es mucho más fuerte.
Nota: En la información de este número, que no se cita la fuente, corresponde al libro “Edifico España” de Javier Ruiz