Google un capitalismo de vigilancia

Cita de Noam ChomskyDesmontando Mentiras. 15M Ronda.- Desde su fundación en 1998, Google ha conseguido que la información sea universalmente accesible. Millones de personas utilizan sus servicios diariamente. En el pasado era muy difícil influenciar en la vida de las personas ajenas a la tecnología.

La estrategia de Google ha sido acercar la tecnología y ponerla al alcance de todas las personas y, además gratuito. Sin embargo, en el primer semestre del año 2018, los ingresos de Google llegaron a ser 63.803 millones de dólares, o lo que es lo mismo, 10.634 millones de dólares cada mes, o 354 millones de dólares cada día. Los anunciantes pagan las facturas de Google, nosotros somos únicamente sus usuarios. Las nuevas tecnologías han inaugurado una nueva era, la del control del comportamiento. La industria digital prospera gracias a extraer los datos personales y vender predicciones sobre los comportamientos de las personas usuarias a los anunciantes.

Se trata de leer el pensamiento de las personas usuarias de las nuevas tecnologías, para una publicidad selectiva, las cuales se deducirán del rastro colateral del comportamiento en Internet. La recopilación de nuevos conjuntos de datos denominados “perfil del usuario” va a mejorar considerablemente la precisión de estas predicciones.

Los datos de comportamiento conformarían ahora la materia prima esencial –y propiedad exclusiva de Google- para la construcción de un mercado de la publicidad dinámica digital, a cambio de controlar los comportamientos sociales de la ciudadanía, estableciendo un sistema de buena ciudadanía o mala ciudadanía a partir de sus consumos. Si eres un mal ciudadana/o, no puedes acceder a préstamos hipotecarios o acceder a otros servicios.

En abril del año 2000, la economía entraba drásticamente en recesión. La respuesta de Google iba a conllevar un cambio crucial, un proyecto de vigilancia formidablemente lucrativo, lo que supone todo un capitalismo de vigilancia. El poder se vale del entretenimiento vacío, con el objetivo de adormecer nuestra sensibilidad social, y acostumbrarnos a ver la vulgaridad y la estupidez como las cosas más normales del mundo, incapacitándonos para poder alcanzar una conciencia crítica de la realidad.

El control de los datos por parte de las empresas no solo erosiona el concepto de privacidad –lo que pone en peligro su seguridad- , sino que crea desigualdades económicas entre la población y va en detrimento de las instituciones y los servicios públicos.

Así, empresas como Google, Facebook, Amazon, Apple, Alibaba o Huwei, todas combinadas, tienen un valor en el mercado de tres trillones de dólares, de los cuáles un trillón se gestiona en paraísos fiscales, lo que quiere decir que no se invierte en economía real ni se distribuye para crear nuevas riquezas o puestos de trabajos que puedan beneficiar a toda la población, sino que sólo las compañías se enriquecen.

Hay que trabajar para ir consiguiendo, poco a poco, la soberanía digital, esto es, comprender que los datos son la materia prima de la economía digital. Los datos vienen a ser como una infraestructura pública más, como el agua, la electricidad o el transporte. Es por este motivo que los datos deberían pertenecer a la ciudadanía y no a las grandes corporaciones empresariales.

Ahora están saliendo a la luz muchos escándalos como el robo de datos, la manipulación de datos en contexto electoral, como en Brasil y EE.UU., y es muy visible el poder que tienen todas estas corporaciones empresariales, por eso es importante proponer un modelo distinto de tecnología descentralizada y controlada por las personas usuarias. El uso y la clave de nuestros datos es un derecho humano que tiene que poner los derechos digitales de la ciudadanía en el centro para que se democratice la tecnología y, como vivimos en una sociedad digital, debería estar garantizada.

La gran batalla política consiste en la repolitización de la tecnología, es decir, la transformación de la economía, el poder global y la tecnología para proponer un nuevo modelo que pueda beneficiar a toda la ciudadanía y no sólo a unos cuantos accionistas. Los datos son un bien común que deben ser propiedad de la ciudadanía.

Vivimos una época de patologías masivas, como las crisis de pánico, la depresión, la ansiedad, que no son patologías simplemente psíquicas, sino de la relación comunicacional. El pensador italiano Franco Berardi analizando los efectos del mundo digital en el ser humano, llega a decir: “El problema es cómo la pantalla se ha apoderado del cerebro”, para que el capitalismo de Google nos siga vigilando.

Para la elaboración de este número se ha consultado los artículos “Un capitalismo de vigilancia” por Shoshana Zuboff (Le Monde Diplomatique nº279), y Entrevista a Francesca Bria por Queralt Castillo (El Salto Andalucía nº21)

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