desinformemonos.org. Alicia Alonso Merino.- El genocidio en curso contra la población palestina por parte del ente sionista de ocupación nos está revelando los horrores más tremendos de los que son capaces seres pensantes. Precisamente en la negación de la humanidad a toda la población palestina reside la pérdida de humanidad de quienes están llevando a cabo este exterminio. Asistimos con impotencia cada día a nuevas atrocidades driblando el hecho inédito de que la prensa internacional tenga prohibido por parte de las fuerzas de ocupación acceder a Gaza, mientras el genocida Netanyahu se pasea por Estados Unidos pese a la orden de arresto internacional de la Corte Penal Internacional.
A la destrucción sistemática de las vidas de miles de personas, las viviendas, las escuelas, los hospitales, los campos de cultivo, las fuentes de agua y toda infraestructura que permita la existencia, se unen la conversión de las bases militares ocupantes en campos de detención y exterminio. Es el caso del campo de Sde Teman, a unos 20 kilómetros de la frontera de Gaza en el desierto del Negev. Este está dividido en un recinto de detención y un hospital de campaña. El hospital consiste en unas tiendas donde se opera sin anestesia en camillas a detenidos que han sido secuestrados de hospitales en Gaza. Los escasos testimonios que hay hablan de enfermos desnudos, esposados a las camas, con los ojos vendados y con pañales.
Las pocas fotos que han podido verse del ya llamado Guantánamo israelí muestran unas jaulas donde hombres con visible desnutrición en chándal gris permanecen esposados, vendados los ojos y tumbados en el suelo para los recuentos. Quienes han conseguido salir de allí cuentan cómo son sometidos a posiciones dolorosas, como permanecer de rodillas, durante horas. Si alguien habla, lo obligan a estar de pie con las manos en alto por encima de la cabeza, y si no conseguían mantenerlas en alto se las atan a los barrotes y quedan colgando. El uso prolongado de esposas de bridas está produciendo lesiones y heridas por fricción que infectadas y sin cura adecuada han obligado a la amputación de las manos.
Otros testigos relatan que en los interrogatorios son desnudados, golpeados, insultados, fotografiados o filmados en posiciones degradantes o agredidos sexualmente. Palizas severas, cortes con cuchillas, uso de electrodos en todas las partes del cuerpo y otras clases de brutalidades han asesinado a varias decenas de detenidos. Según las organizaciones de derechos humanos al menos se tiene constatadas 54 personas presas fallecidas en condiciones de cautiverio en los últimos meses, pero seguramente sean muchos más, debido a la absoluta opacidad y dificultad de indagar en estas prácticas.
La estrategia de arrestos indiscriminados y torturas sistemáticas forman parte del castigo colectivo al que se está sometiendo a toda la población palestina y consolida la ocupación y el régimen de apartheid. La impunidad de la que goza la potencia ocupante está permitiendo no sólo que se reproduzca la tortura y la violencia contra las personas detenidas, sino que esta se recrudezca e intensifique.
Es urgente sumarse al llamado de la organización de derechos humanos palestina Addameer para parar este genocidio. Junto con el alto al fuego se permita de forma inmediata e incondicional el acceso sin obstáculos de combustible, agua, alimentos y ayuda humanitaria, incluidos suministros médicos, a Gaza, se cierren los campos de detención y se investiguen por parte del fiscal de la Corte Internacional de Justicia todos estos crímenes y abusos sistemáticos contra las personas palestinas detenidas para que la potencia ocupante rinda cuentas. Mientras tanto, esa entelequia llamada comunidad internacional, seguirá siendo cómplice y a la sociedad civil no nos quedará otra que seguir nombrando a Palestina e intensificar las acciones de Boicot, Sanciones y Desinversiones (BDS).