En pocas palabras. 15-M Ronda.- Estamos consumiendo una Tierra y media cada año. Esto es insostenible. La crisis de 2008 hizo resurgir la idea de compartir. Una gran mayoría de la ciudadanía es cada día más consciente de que el modelo económico actual hace aguas; consecuentemente, buscan y proponen fórmulas alternativas basadas en la economía colaborativa.
Unos lo hacen por ideología y otros por necesidad. Pero su impacto en la economía global crece cada día en muchos países, que no solo se ha dejado notar en la cantidad de dinero, 335.000 millones de dólares el próximo año 2025, también lo ha hecho en la reducción de emisiones de carbono y residuos sólidos, el dinero ahorrado, las nuevas relaciones que se están creando y un mayor acceso de los ciudadanos a recursos que de otra forma no podrían disfrutar.
En 2011, un simple hashtag desencadenó un movimiento en torno a la economía colaborativa, uniendo a las personas para repensar cómo compartimos recursos y nos conectamos. Desde pequeñas reuniones hasta debates globales, surgió una red dedicada a remodelar la forma en que vivimos y trabajamos juntos. Esto llevó a la creación de Ouishare, una red de personas de toda Europa y América que trabajan hacia una promesa utópica, una "Sociedad Colaborativa", formada por comunidades que trabajan, crean y viven juntas.
Si el siglo XX fue el del hiperconsumo basado en el crédito, la publicidad y la propiedad individual, para los impulsores de miles de iniciativas de economía compartida, el siglo XXI ha de ser el del consumo colaborativo a través de la reputación, la comunidad y el acceso compartido. A fecha del 2018 se calcula que existen más de 400 empresas bajo el modelo de la economía colaborativa en nuestro país.
El consumo colaborativo es un amplio y variado movimiento que defiende el acceso a los bienes y los servicios que éstos proporcionan frente a la propiedad de los mismos. Uso compartido de productos, mercados de distribución y estilos de vida colaborativos son los tres grandes sistemas de consumo colaborativo.
Pero hay un modelo económico, que, en su versión más descarnada, no quiere oír hablar de ello. El capitalismo, en su voracidad, no soporta que un producto sea usado por más de un individuo. Mejor que cada uno tenga el suyo propio. Mejor que esté guardado en un almacén a que otro lo utilice.
Cuando decidimos creer que para vivir mejor tenemos que poseer todo aquello que sale nuevo en el mercado, así como una gran casa, un gran coche, ir de vacaciones a los lugares más exóticos… lo que estamos haciendo inconscientemente es crearnos una serie de obligaciones, que, no sólo no tienen fin, sino que además acaban esclavizándonos.
Cuando buscamos la felicidad en cosas materiales nos convertimos en sus esclavos. Toda nuestra energía o preocupación se dirige a ganar el dinero necesario para adquirir estas cosas, que en muchas ocasiones no tendremos tiempo de disfrutar, y que la satisfacción que nos ofrecen es, cuanto menos, pasajera.
Por ello, la economía colaborativa debe aspirar a ser mucho más que una mejor gestión de la oferta y la demanda. Si no lo hacemos, lo único que conseguimos en realidad es optimizar la lógica del capitalismo.
La cantidad de comunidades y redes surgidas en torno a los objetos de segunda mano, el intercambio, al trueque e incluso la donación directa y desinteresada de productos que no se quiere que acaben en la basura es extraordinaria. Por tanto, el consumo colaborativo y la economía compartida se están convirtiendo en un incipiente y prolífico laboratorio de sostenibilidad al integrar de forma equilibrada lo ambiental, lo social y lo económico, las tres patas de la sostenibilidad.
La sociedad de propietarios, el hiperconsumo y el diseño para la basura son simplemente insostenibles. Las cosas son solo cosas. No te apegues demasiado a ellas. No olvidemos lo que decía Max Planck, físico alemán "si cambias el modo en que miras las cosas, las cosas que miras cambian".
La consolidación, la maduración, la evaluación, la extensión e integración son algunos de los retos de la economía compartida.
¡Si se puede compartir los bienes frente a poseerlos! Pasar de su propiedad al acceso y uso.