Alicia Alonso: “El régimen disciplinario premia la sumisión, castigando de forma preferente a las mujeres racializadas, disidentes o de la diversidad”

imagenarainfo.org.- Entrevista a Alicia Alonso Merino, autora de ‘Feminismo Anticarcelario: el cuerpo como resistencia’, que estará disponible en librerías aragonesas este próximo otoño. Alonso: “Más que un mejor derecho penal, buscamos algo mejor que el derecho penal”.

Estos días está de visita por el Estado español para presentar su libro “Feminismo Anticarcelario: el cuerpo como resistencia” (Ed. Zambra/Baladre) la defensora de derechos humanos, Alicia Alonso. Esta abogada, nacida en Valladolid, lleva los últimos 15 años dedicados a la cuestión carcelaria en diversos lugares (Estado español, Chile, Italia) como abogada, estudiosa del tema o acompañante de personas presas.

Pero Alicia es sobre todo una activista, una persona comprometida con la justicia social, con experiencias diversas y múltiples, en grupos y colectivas, entre ellas en la Coordinación Baladre.

Desde los años noventa nos fue trasmitiendo a todas, la importancia de tirar los muros de todo tipo de cárceles. Lo hace siempre en lógicas de primera persona del plural, con inteligencia, mucha empatía y mostrando que su opción es por transformar el capitalismo, el patriarcado y las sociedades coloniales.

En esta ocasión, las 190 paginas de su libro (Feminismo Anticarcelario), son un aire necesario para andar ese camino de Abolir todas las cárceles. Escribe sobre otras que son ella y sobre ella misma que se siente otras.

Posiblemente once o doce presentaciones no den para cubrir las muchísimas demandas que a la editorial (Zambra / Baladre) han llegado, pidiendo más y en más lugares. Por eso, seguirán presentaciones en noviembre y en el siguiente 2024.

Si estas cerquita de donde esta vez estará Ali presentando este libro, vete y comparte, pues no será un espacio direccional, sino que sera un compartir su vida con la tuya/las vuestras y avanzar juntas por el camino de las relaciones humanas/políticas que nos abran brechas en todos los muros.

Que esta corta entrevista os ayude a ir conociendo a una persona que sabe poner el cuerpo, siempre con otras, que asume el sentido de la vida, abriendo brechas en todos los muros de todas las cárceles que nos han impuesto. Una amiga que las baladrinas queremos y escuchamos, a la que acudimos para compartir y aprender, casi nada.

¿Cómo fue el paso desde el mundo asociativo en el que participabas en tu ciudad a tu apuesta por visitar a las presas en la cárcel de Villanubla?

Yo vengo de una participación muy activa en el movimiento social de mi ciudad de origen. Participaba del movimiento de solidaridad internacionalista en Sodepaz, del feminista (Mujeres Libres, Foro feminista, Asies…), de la agroecología anticapitalista (Bajo el Asfalto está la Huerta), y del antimilitarista (Objeción Fiscal y Mujeres de Negro) entre otros. Comencé a impartir unos talles de prevención de la violencia de género a las mujeres presas en la cárcel de Villanubla y ahí me di cuenta del abandono y la invisibilización permanente a la que eran sometidas. A raíz de ello inicio a descubrir un mundo totalmente ajeno y al fin, vi utilidad al título de abogada que tenía y no usaba y que decidí desempolvar. Y desde entonces realizo lo que llamo acompañamiento socio-jurídico, teniendo en cuenta, claro, que todo esto lo hago desde mi posición de privilegio. Es desde aquí de donde parto, desde donde miro la realidad, mi conocimiento situado, del que habla Donna Haraway.

Entonces, montáis una asociación para la defensa y denuncia de las personas presas, ¿nos puedes contar un poco más sobre esto?

Sí, con un par de compañeras abogadas y abogados decidimos crear el Observatorio para la Defensa de los Derechos y las Libertades-Oteando. Sobre todo para darnos un paraguas bajo que actuar frente a las denuncias que comenzamos a realizar de la situaciones de maltrato que veíamos o nos llegaban en las prisiones de Castilla y León. Como Observatorio llevamos a cabo talleres sobre Autodefensa Civil, recursos sobre multas administrativas a colectivos, denuncia sobre las custodias policiales de mujeres presas en las consultas de ginecología extrapenitenciarias, denuncias de la situación de las personas inmigrantes en situación irregular y de las torturas y malos tratos en las prisiones. Además participábamos en la ya extinta Coordinadora Estatal de Denuncia y Prevención de la Tortura. A día de hoy la asociación continúa y yo colaboro en la distancia, en concreto, en la elaboración de un informe que estamos elaborando con otras organizaciones por la Abolición del Aislamiento Penitenciario.

Y la vida te lleva a Chile y nada más llegar te vinculas con grupos de visitas a presas y de denuncia, ¿cómo fue por allí?

En Chile viví 5 años y todavía continúo vinculada al trabajo de denuncia de la situación de las prisiones que es especialmente desastrosa: hacinamiento, violencias, condiciones de vida inhumanas, abandono sanitario, altas tasas de personas preventivas, militarización de la gestión penitenciaria, oferta limitada de actividades y un largo etcétera. Para hacerte una idea, no existe un marco legal que regule la gestión penitenciaria, es decir, no existe una ley penitenciaria, ni tampoco jueces especializados de vigilancia penitenciaria, entonces la protección de los derechos de las personas presas allí se hace más difícil.

Comencé participando en una organización, Leasur, de la que fui Directora, donde hacíamos asesoría jurídica y formación en derechos a las personas presas y denuncia de las condiciones carcelarias. Después creé con otras compañeras abogadas el Observatorio de Violencia Institucional en Chile-OVIC, con el que sigo colaborando y con el que acabamos de presentar un informe para denunciar las condiciones del confinamiento solitario en las cárceles del país.

También, junto con otras compañera feministas creamos una colectiva, “Retazas”, con el objetivo de visibilizar la vulneración de DDHH de mujeres privadas de libertad y familiares de personas privadas de libertad, mediante la creación artística y colectiva de arpilleras, como herramienta de denuncia y registro de la memoria. Fruto de uno de los talleres que hicimos en la cárcel de mujeres de Santiago es la arpillera de Ángela Davis, realizada por Vanesa Doren y cuya imagen, que me ha cedido, es la portada del libro que estoy presentando.

Parece que estás pendiente de defender y exponer tu tesis de doctorado, ¿de qué trata?

Se trata de un estudio profundo y exhaustivo del régimen disciplinario en las cárceles de mujeres desde la perspectiva de género. En concreto la investigación la realicé en Chile y estoy solo esperando la fecha para defenderla en la Faculta de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

Fundamentalmente demuestro que la normativa penitenciaria y su aplicación práctica relativa a las sanciones disciplinarias no cumple con los principios básicos del derecho sancionatorio, ni con los estándares internacionales, ni tiene en cuenta la especificidad de las mujeres privadas de la libertad.

Por otro lado, verifico que las sanciones disciplinarias sirven para reforzar los roles establecidos socialmente sobre la sumisión de las mujeres, castigando fuertemente la insubordinación. Además, las sanciones disciplinarias que se aplican a las detenidas, al implicar una rebaja de la conducta, tienen entre otras consecuencia como mayor separación de las familias, lo que implica, mayor dolor y sufrimiento y son un desincentivo de cualquier actividad de reinserción.

De nuevo la vida te ha llevado a Italia y ahora se te lee por grupos de apoyo a personas presas de ese país. Cuéntanos un poco que haces allí.

En Italia colaboro con varios proyectos, uno es el de la asociación Antigone, que desde más de 30 años trabaja por los derechos y garantías en el sistema penal y penitenciario. En concreto formo parte del Difensore Civico y del Sportello de atención paralegal en las cárceles de Rebibbia (Roma). Informamos a las personas presas de sus derechos, proporcionamos modelos para reclamaciones e información de cómo acceder a beneficios penitenciarios.

Con Antigone también participo del Observatorio de las prisiones, realizando inspecciones de las condiciones de las cárceles y posteriores informes y denuncias de las visitas realizadas. Antigone es la única asociación de la sociedad civil europea a la que se la permite el acceso para realizar inspecciones en las prisiones.

Cada año sacamos un informe con el resultado de las mismas que es un referente a nivel nacional. Por otra parte también formo parte del Movimiento No Prison, un espacio por el abolicionismo del sistema penal y las prisiones. Donde más que un derecho penal mejor buscamos algo mejor que el derecho penal.

¿Qué concluyes de tanta experiencia entrando a las cárceles?

Bueno, a nivel humano, las cárceles son lugares de mucho dolor y sufrimiento. Y a nivel teórico, la prisión es un instrumento que refuerza los sistemas de opresión (machismo, racismo, clasismo, homotransfobia, etc.).

El patriarcado coloca a las mujeres en una posición de subordinación y obediencia, lo que se reproduce en las prisiones, donde las presas son sometidas y subordinadas. La regulación de todas sus actividades diarias (desde despertarse a tomar el baño hasta comer o realizar una llamada telefónica) y tener que pedir permiso para todo, las infantiliza, les niega su condición de adultas.

Es todo lo contrario a una experiencia de vida autónoma que es a lo que aspiramos como feministas. Además los pocos programas de formación ofrecidos, en su mayoría refuerzan el rol doméstico del género (como son peluquería, manualidades, cocina y costura).

A través del régimen disciplinario, la sanciones, se neutralizan las resistencias y se premia la sumisión que acaba polarizando y reforzando las dicotomías patriarcales entre las buenas y malas mujeres, castigando de forma preferente a las mujeres racializadas, disidentes o de la diversidad. Para muchas de ellas, la cárcel representa un continuum en la vida de violencia que han sufrido a lo largo de toda su vida, como dice Ángela Davis: “La prisión produce y reproduce una violencia estructural que se convierte también en violencia física y sexual, debido a las múltiples opresiones y situaciones de subordinación que se viven en su interior”.

Por otro lado la cárcel, para los presos, refuerza y reproduce los modelos de masculinidades hegemónicas, es decir, violentas, agresivas, misóginas y homofóbicas. La violencia e inseguridad que se vive en el interior fomenta que los presos para su supervivencia tengan que proyectar una imagen intimidatoria e hipermasculina que impida la sumisión. Ser “choro” que le dicen en las cárceles chilenas.

La violencia estructural que supone la prisión homogeneiza y rechaza la diversidad, se basa en el mantenimiento del poder y posiciones de superioridad y convierte la violencia física en la forma prioritaria de mantenimiento del control, reforzando, por tanto, la lógica patriarcal que las sustenta.

Ya sé que es una tarea difícil, pero en pocas palabras ¿cómo podrías resumir el libro?

Difícil, pero bueno, los textos que he escrito cuestionan e interrogan con indignación la existencia de la prisión desde un feminismo antipunitivista. Hablan de la negatividad de la cárcel pero también de la dignidad de quienes las habitan. No se trata de un libro académico sino apuntes sobre existencias humanas y algunos números para hacernos pensar que la solución punitivista carcelaria, no resuelve ningún problema, ni generar responsabilidad, ni hace la sociedad más segura. La prisión en cambio, genera violencia, enfermedad, dolor y muerte. Por lo tanto, debe ser abolida.

Y hablando de abolición, ¿qué caminos podemos transitar para llegar a la Abolición de las Cárceles?

¡Puf!, es una pregunta que daría para mucho. Como decía Mathiesen el abolicionismo ya ha cosechado en algunos países logros incompletos, como sería la abolición de la pena de muerte. Por eso no debemos desalentarnos de la tarea. Sin duda, la abolición de las prisiones debe ir unida a la abolición del sistema penal y la cultura del castigo.

En el caso de la prisión, esta se apoya en 4 pilares que hay que enfrentar: el cultural, el jurídico, el político y el económico. Por ejemplo, a nivel cultural se trataría de contrarrestar todo el populismo punitivista que nos rodea y la idea de castigo tan presente en nuestras sociedades occidentales.

Una de las maneras de enfrentarlo sería cuestionando la construcción de los delitos y la respuesta punitiva a los mismos, así como la solución represiva de los conflictos sociales. Todo ellos se puede hacer a través de más comunidad, más apoyo mutuo, más solidaridad, recuperando la gestión de los conflictos que el estado nos expropió desde la reparación, la mediación, la restauración, entre otras.

Ha nivel jurídico podemos pensar en limitar el uso de la prisión a solo casos de peligro grave, la despenalización de delitos menores, la regulación de las drogas o medidas de amnistía e indulto.

A nivel económico, la reconversión gradual, laboral y profesional, de los roles que sostiene la organización penitenciaria y la reconversión de las estructuras penitenciarias. La renta básica de las iguales, claro, con todo lo que conlleva de construcción comunitaria. En fin, el horizonte es amplio y está todo por construir. Como decía el poeta “no hay camino, se hace camino al andar”.

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