Martín Muñoz presenta “Rebereques para un sueño que se olvidó de dormir”

LibroEl nuevo poemario del poeta canario José Miguel Martín Muñoz “conforma una propuesta para reescribir lo no dicho, lo que falta en la historia oficial. Es un brinco que se escapa de las palabras grandes y pasa a ocupar los espacios en blanco o el interlineado en los relatos hegemónicos”, explica Paula Fernández.

José Miguel Martín Muñoz nace en La Orotava, Tenerife, en 1980 y desde muy temprano comienza a interesarse por la literatura. Realiza estudios de Comunicación Audiovisual, poniendo en marcha medios comunitarios y es activista en diferentes movimientos sociales y culturales. Es autor de cinco poemarios editados por Zambra distribuciones, Le Canarien Ediciones, Libreando Ediciones y Mestura Estudio: “Palabritas Desinquietas de vida, amor y otras Revoluciones” (2014. Lecan ediciones) “Perdón por La Utopía” (2016. Zambra y Libreando Ediciones) “Poemario de Bolsillo para gentes desinquietas” (2017. Libreando Ediciones y Zambra distribuidora) “Enyesque Poético” (2019. Libreando Ediciones y Cafebrería Tifinagh) y "Rebereques para un sueño que se olvidó de dormir" (2024. Libreando Ediciones, Mestura Estudio y Zambra/Baladre Ediciones)

Además, es coautor de otros libros compartidos y fue seleccionado para las antologías: “Antología Piel” (2018. Absenta Ediciones) “Antología San Borondón. Un viaje literario” (2021. Ediciones Idea) y Memoria Histórica. Antología literaria Poesía y Relato (2021. Altavoz Cultural). En Latinoamérica participa en Chile, en 2014, en el festival poético “Santiago 40, 43” como poeta invitado. En ese mismo año y en 2016 emprende dos giras por el Estado Español realizando recitales poéticos y conferencias. Participa en Tenerife en el año 2018 en los recitales “21 Gramos” en distintos lugares de la isla. Y en 2019 en el I Encuentro Internacional PIEL también en Tenerife. En 2024 en el "Festival Internacional de Poesía Mazapé" y en "Voces del Extremo".

Rebereques para un sueño que se olvidó de dormir es ya el cuarto poemario en solitario de José Miguel Martín Muñoz y en palabras de la doctora en Literatura y Estudios Culturales, Paula Fernández, que prologa el libro junto al escritor e historiador Jesús Giráldez, “Conforma una propuesta para reescribir lo no dicho, lo que falta en la historia oficial. Es un brinco que se escapa de las palabras grandes y pasa a ocupar los espacios en blanco o el interlineado en los relatos hegemónicos. Lo chico (que es gigante al mismo tiempo), lo que pudo pasar entre las grietas o entre las marcas de las piedras, es lo que trae aquí José Miguel Martín Muñoz. Una afirmación rotunda en contra de dejar pasar un tiempo arrebatado...

El autor combina una poesía íntima y personal, con la crítica social y reflexiva. Una literatura valiente que busca interpelarnos y acompañarnos desde la sutileza metafórica de los versos, que nacen desde el compromiso con la insularidad y el territorio que lo vio nacer y al que le une una estrecha y comprometida relación. Los poemas están acompañados por las ilustraciones del genial artista canario Juan Antonio Martín, también a cargo de la maquetación.

La edición es producto de la producción coral de Mestura Estudio, Libreando y Zambra/Baladre Ediciones, y tendrá distribución en el Estado español, y especialmente en Canarias. Además ha iniciado una gira de presentación por diferentes ciudades del Estado español, de Canarias y también de Aragón, donde se presenta este jueves, 16 de mayo, a las 19.30 horas, en la librería La Pantera Rossa de Zaragoza.

Ilustración

¿Por qué rebereques? ¿Qué significado tiene y por qué decidiste utilizar esa palabra en el título?

Rebereques” es una palabra rescatada del campesinado canario, por el investigador y divulgador de la cultura canaria, además de histórico activista y militante político Hermógenes Afonso, más conocido como “Hupalupa”. Rebereques son historias y cuentos que pasaban de boca en boca cuando la gente se juntaba alrededor del trabajo y el descanso, en las cocinas o alrededor de un fuego. Es la historia de las de abajo, que de esta manera mantenían y mantienen viva la referencia de lo que fueron, para seguir siendo en el futuro.

En el caso del poemario que presentamos es un humilde homenaje a Hupalupa y a las mayores con quién me críe y nos criamos las gentes del norte de Tenerife, nuestros magos y magas que es como popularmente se conoce a la gente del campo en mi isla. “Rebereques para un sueño que se olvidó de dormir”: Cuentos para un sueño que sembraron todas las que lucharon antes de nosotras, que se olvidó de dormir porque aún lo mantenemos despierto.

En tu escritura resulta muy común encontrar expresiones y palabras propias del vocabulario popular canario, ¿crees que esto ha marcado tu manera de escribir? ¿Es un acto político utilizar este tipo de lenguaje, como utilizas también el femenino genérico?

Somos lo que hablamos. A los pueblos a los que nos arrancaron la lengua a golpe de la cruz y la espada, la resistencia de mantener vivas las palabras que quedaron de nuestras antes y su forma de comunicar las tristezas y esperanzas, es un ejercicio de desobediencia y rebeldía, pero también de mantener vivas quienes fuimos para poder aspirar a decidir a donde queremos ir.

Somos también lo que escuchamos de aquellas que nos criaron. Vivir en una Colonia como Canarias, obliga a poner en valor la boca de las de abajo. Aquellas que nos enseñaron en la escuela que eran bocas equivocadas, incultas, que no sabían y por lo tanto no tenían derecho a hablar, a comunicar quienes éramos y, en consecuencia, a estar destinadas a que otras desde arriba nos dijeran quienes debíamos ser.

De la misma manera, lo que no se nombra deja en parte de existir. Utilizar un lenguaje que nos incluya a todas las personas, aún hoy, está mal visto y denostado por la academia supuestamente entendida de la poesía y la literatura. Afortunadamente cada vez son más las poetas que se atreven a romper “la norma” para visibilizar a través de su palabra esta exclusión e intentar conseguir que nadie quede fuera y que todas las personas puedan hacer suyo lo que se comunica en la obra, a pesar de las consecuencias directas que tiene en la puesta en valor de su literatura por las que otorgan premios y controlan el mercado de la industria literaria.

En tus letras es habitual encontrar referencias políticas junto a temas cotidianos, hablas de lo comunitario, del barrio, de las relaciones... ¿a qué se debe esta mezcla? ¿crees que los colectivos en los que participas influyen en tu manera de entender la poesía?

Más que una mezcla pretendida, es producto de estar vivo y querer contarlo. Se escribe de lo que se vive o se percibe a nuestro alrededor. No necesariamente el contenido es autobiográfico, es un mensaje muchas veces envuelto por una historia ficticia que lo transporta con la intención de ser transmitido, de trasladar la esencia que viaja en el trasfondo del texto. Nuestras relaciones, el paisaje que ocupamos, las conversaciones que se cruzan en la cocina, dónde nos criamos y con quién, cómo crecimos y lo que hoy nos arde por dentro, está claramente cruzado por quiénes somos en el lugar que habitamos.

Si estás vivo realmente en una sociedad como la mía, cargada de exclusión social, de enfermedad mental a causa de padecerla, de derechos secuestrados por el mercado que hacen imposible una vida que merezca ser vivida, y a su vez te relacionas con personas que entienden la vida como un espacio de lucha junto a otras, como es el caso del Espacio Sociocultural La Casa o la Coordinación Baladre, poniendo en práctica iniciativas comunitarias, de relación y apoyo mutuo, para intentar transformar las lógicas del capitalismo con herramientas autogestionadas que nos sostengan las unas a las otras, es imposible que eso no aparezca en lo que escribes. Además, es necesario.

En estos momentos las islas están en el punto de mira de todo el estado, con el foco puesto en las luchas sociales por un cambio de modelo económico, ¿cómo crees que influye ser canario y habitar las islas en tu escritura?

Canarias se encuentra en una confluencia de hartazgo colectivo que supera en mucho al ámbito militante del movimiento social y que responde a una reacción transversal e intergeneracional a una evidencia aplastante, ser líderes en pobreza con cerca de 800 mil personas en riesgo de exclusión social y pobreza, con una pobreza infantil y juvenil de cerca de 400 mil personas, con una población de 2 millones de personas mientras es también líder en Turismo recibiendo al año más de 16 millones de turistas y habiendo recaudado 20 mil millones de euros de la industria turística sólo el año pasado. La masificación del territorio y la emergencia en cuanto a recursos básicos con cortes de agua en los barrios mientras los hoteles llenan sus piscinas y riegan sus campos de golf, sumado a la expulsión de la gente de sus barrios de toda la vida por la llegada de nómadas digitales y la proliferación de viviendas vacacionales explotadas por europeos desde sus países en Europa en muchos casos, sumado a la reactivación de grandes obras ilegales que destrozan el territorio y contaminan nuestro suelo y nuestro mar, provocaron el estallido que vivimos el 20 de abril. Toda esta reacción es producto del trabajo de hormiguita de visibilizar y denunciar la situación de colectivos del movimiento social en Canarias como Tanekra, Tamaranae Activistas, ADNT o la Asamblea Canaria por el Reparto de la Riqueza entre otras, y la capacidad de focalizar la respuesta de otras organizaciones como Canarias tiene un límite o Canarias se agota que inició la huelga de hambre que duró 20 días.

En lo literario, la filóloga Nayra Pérez en su libro “África, materia para la definición de la literatura canaria” (Ediciones Tamaimos, 2015), sostiene que la poesía es el género más cultivado en nuestras letras a lo largo de la historia. La poesía se descubre en nuestro país isleño como expresión clandestina y natural, nómada y ancestral, desde la que combatir el desarraigo cultural y geográfico impuesto desde el colonialismo en el Archipiélago. En general se ha venido a tratar “la insularidad” como una constante a la hora de analizar y estudiar la poesía canaria desde la academia, en términos de aislamiento y lejanía. Desde una mirada anticolonial habría que plantearse lejanía en cuanto a quién y qué, teniendo en cuenta que claramente este análisis no responde a una mirada autocentrada en nosotras, sino atravesada por la mirada de otras que nos someten. Para nosotras, las que habitamos las islas, el mar no es la reja de la prisión ni el muro que nos separa, sino el hilo comunicativo, el camino abierto a la libertad y el aire que necesitamos para respirar. En todo caso “el aislamiento” ha sido producido por la incapacidad generada por el colonialismo impuesto para conocernos a nosotras mismas, desde la posibilidad de encontrarnos sin injerencias externas. Sin tener que responder a lo que otras nos dijeron que éramos o debiéramos ser.

¿Por qué acompañar los poemas con ilustraciones? El libro lo ilustra Juan Antonio Martín (Mestura Estudio), que es también el maquetador, ¿qué crees que aportan sus ilustraciones? ¿Cómo es el proceso para generar esa relación entre letras e imágenes? ¿hay un diálogo entre ambas cosas?

Juan Antonio tiene una sensibilidad excepcional para transmitir la poesía a través de sus creaciones. Cada una de sus obras es un poema en sí a descifrar que camina junto a los versos, para a su vez alejarse de ellos con la capacidad de contar su propia historia. Nacen de poemas concretos, pero consigue la magia de que exista un hilo conductor entre ellos que cobra vida propia.

La relación entre su creación y la mía viene de tan viejo, que surge con la naturalidad con la que nacen las hojas de un mismo árbol, se necesitan para existir y a la vez son tan propias y diferentes que se complementan en un todo indivisible. Anidar una infancia común, a travesada por unas características que bebieron de un mismo contexto, hace que hablemos un idioma nacido de similares referencias, independientemente de que ese lenguaje se desarrolle desde herramientas artísticas diferenciadas.

¿Qué implica publicar un libro de poesía hoy en día? ¿Por qué decides publicar con Zambra-Baladre Ediciones, Libreando y Mestura estudio?

El nacimiento de un nuevo libro siempre es una buena noticia. Vivimos un buen momento para la poesía en términos populares. Las últimas décadas hemos asistido a un resurgir del poema como elemento de comunicación entre las generaciones más jóvenes, posiblemente impulsado por la aparición de las redes sociales y la facilidad que estas propician para poder publicar y compartir sin apenas costes económicos, y sin la necesidad de pasar por los criterios de una u otra editorial. Sin entrar en lo que cada una entienda por mayor o menor “calidad literaria”, se trata de celebrar que se siga utilizando el verso y la metáfora como forma de expresión cotidiana y transmisora de sentires y posicionamientos. La apuesta por seguir publicando poesía en papel, es a la vez un acto de resistencia ante los intereses del gran mercado editorial y una invitación a quién lee, a seguir apostando por la poesía como género íntimo y reivindicativo. Una provocación a que otras que escriben, publiquen también.

Elegir editoriales alternativas y locales dentro del mercado literario es también una opción política y transformadora en el momento actual. Que estos proyectos tengan la capacidad de colaborar sin competir y destinen muchos de sus esfuerzos a visibilizar las obras de quienes muchas veces quedan en los márgenes, bien por su contenido ideológico, bien por lógicas de tendencias globalizadas, dice mucho de la necesidad de apostar por ellas, comprar sus libros y comprometerse con sus iniciativas también como autor. Todas son editoriales consolidadas, con muchas publicaciones a sus espaldas de gran calidad literaria, analítica, sociopolítica y de autores y autoras comprometidas con el lugar que habitan y sus contextos. Ser participe de esta realidad es todo un regalo y un privilegio.

Nos despedimos con un ejemplo de lo que les espera a quienes se animen a abrir las tapas de este libro, algunas letras que esperamos dejen a las lectoras con ganas de más.

Poema

Vivo debajo de un BíanBí.

Por la mañana, al medio día y en la noche,
me vigilan caras blancas y ojos claros,
desde lo alto de una terraza con sombrilla
que busca un sol que no acaba de salir.

Me miran con la curiosidad con que se mira un pez en la pecera de una tienda.
Observan los raros colores de mis rasgos, las extrañas plantas de mi patio envejecido,
con restos de cemento de la obra que un día quiso ser.

Se esfuerzan por comprender las raras palabras que salen de mi boca.

Prueban primero con su lengua materna, luego en inglés,
para, en un último intento, margullar un español ajeno
a cualquier acento conocido en este u otro lugar.

Lo intentan. Quieren hablarme para entender
cómo alguien como yo, comparte casa con ellos.

Nadie les dijo que, en mi isla, las vistas al mar
eran un privilegio de todas las ventanas.

Ni mucho menos que la casita rural,
habitaba un barrio sin pintar y justo al lado
de un bar lleno de borrachos, pero locales,
sin un visado alemán.

Me miran, nos miran perplejas.

No entienden nuestro horario sin empleos.
Nuestros empleos sin vida. Servicio fiel y obediente,
camarera complaciente alimentada con sobras,
aún ciega fe en la derrota,

poniendo cuerpo y cultura a los pies de su hedonismo,
su prometido exotismo, su sí señor ahora mismo,
decorado en su postal.

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