CRÓNICA 11: Rosario y Totoras

fotoLlegamos a Rosario condicionadas por los múltiples advertencias de peligrosidad de la ciudad: el taquillero, el autobusero, pasajeros,... Esperamos a Mariana en una cafetería de la terminal con las mochilas bien controladas pero sin ningún atisbo de riesgo. Tomamos un café y en seguida llegó Mariana que nos recibió entre abrazos y besos. Nos fuimos para su coche que destaca por la especialidad en el cierre de puertas, a golpes y tras varios intentos o, si se traba, hay que entrar por el maletero. Circulamos por la ciudad y nos sorprende la tranquilidad del tráfico, se debe a que es domingo y la ciudad se relaja.

Nos dirigimos a casa de Lucía, compañera de Pañuelos en Rebeldía pero antes hacemos una parada para comprar comida. Lucía nos recibe con los brazos abiertos y mientras almorzamos conversamos sobre la situación represiva que recorre el país, nos cuentan que Rosario está muy estigmatizada mediaticamente aunque es cierto que hay que tener cuidado pero no es para tanto, lo cual nos tranquiliza. Maldonado, gatillo fácil, militarización en los barrios, feminicios... son los temas que llenan de contenido nuestro primer encuentro.

Tras el almuerzo, nos dirigimos al barrio de Villa Banana, al espacio de Mensajeros de Jesús, donde nos esperan compañeras feministas de diferentes organizaciones de la ciudad y vecinas del barrio. El mate y las facturas de dulce de leche forman parte de la bienvenida y nos acompañan toda la tarde. El lugar de encuentro, es un referente histórico del barrio donde siempre se han realizado actividades diversas por parte del movimiento de la Iglesia de la Liberación pero abandonaron el proyecto en 2001 y ahora vuelve a activarse a través del grupo de mujeres del barrio, se llaman Aquelarre. Un espacio donde todo se cocina a fuego lento, compartiendo experiencias y situaciones de vida... que toma un impulso tras el encuentro nacional de mujeres del año pasado en Rosario, donde acudieron 80.000 mujeres.

fotoLas preocupaciones y ocupaciones feministas no son tan lejanas a las nuestras más allá de la distancia geográfica, nos adentramos despacio desde lo global a lo concreto. Cada compañera nos nutre con sus aprendizajes y desaprendazajes: Trashumantes, Aquelarre, Ecologistas, Pañuelos en Rebeldía, Los Muñecos y las Muñecas, Colectivo Las Otras, Dones i Prou y Akelarre zambrero tejen una red cálida en esa tarde finalizando el encuentro con un abrazo de caracol que nos conforta y nos llena de amor y deseos de encontrarnos en otro momento. Es casi mágica la capacidad que tenemos las mujeres para sentirnos y pensarnos en comunidad, hablando a corazón abierto, dejándonos acompañar con abrazos de energía, compartiendo nuestros anhelos y frustraciones, nuestras dudas y miedos... nos sentimos hermanadas (parte de la misma manada) sin apenas conocernos, fue una tarde de brujas feministas de la que todas salimos llenas de vida y rebeldía. Abandonamos villa Banana y sus calles de tierra y piedras con Mariana y Lucía camino a casa de Silvana, Natalia y German (compañeros de Pañuelos en Rebeldía) donde nos quedaremos en nuestro paso por Rosario. Nos hicieron sentir muy a gusto desde el primer momento, compartiendo con nosotras sus cotidianidades y reflexiones y facilitándonos todo aquello que necesitábamos. Cenamos juntas entre experiencias y risas, Natalia nos contó que estuvo en Euskal Herria haciendo un curso y las impresiones que le generó su paso allí, aún guardaba patxaran y muchos recuerdos de este episodio de su vida, nosotras hablamos sobre nuestro tour intenso y los proyectos e iniciativas que estamos generando en nuestros respectivos territorios. Posiblemente la compa Natalia pueda aparecer en el próximo encuentro de Baladre porque tiene pensado andar por Euskal Herria por esas fechas, así que cruzamos los dedos para que la podamos compartir y conocer de primera mano sus impresiones sobre la situación en Argentina.

fotoEl lunes amanecemos tarde, sin planificación en la agenda para la mañana por lo que aprovechamos para la contabilidad del viaje y organizar equipaje. Natalia llega para almorzar y nos propone plan para la tarde: conocer la experiencia territorial en Cabín 9, un barrio en el límite de Rosario, de las compañeras las otras. No dudamos y aceptamos la invitación. Maira, es la compañera que nos acompañará y compartirá el trabajo del colectivo, nos citamos con ella en su casa. Vive cerquita de la casa donde nació el Che, nosotras, ilusas, pensando que podríamos visitarla pero ¡no! Sólo consta una señal identificativa donde dice “casa natal del che”, está en manos de la burguesía, nunca quisieron hacerla museo. Esperando a Maira observamos a un niño de unos 10 años adentrándose en un contenedor de basura, Penelope y una señora se acercan a sostener la puerta hasta que localiza un corcho dentro con el que se sujeta la puerta y empieza a rebuscar lo que sea para luego poder venderlo y sacar algunos pesos para alimentarse. Nos remueve bastante esta anécdota porque la zona donde estamos es un lugar muy céntrico, lleno de comercios lujosos, hoteles, cafeterías , coches caros... de consumo derrochador y ostentoso y todo el mundo pasa por allí en sus rutinas existenciales sin mirar y sin querer ver... Nos duele nuestra incapacidad para hacer nada y la indiferencia de la gente.

Llega Maira y nos vamos a la parada del bus, tras esperar algunos minutos subimos y tenemos 45 min de trayecto. Mary le cuenta por qué estamos aquí, de dónde venimos, qué hemos hecho... Ella nos comparte algunos de los proyectos en el barrio, entre ellos, la biblioteca y suceden las sinergias: la editorial de Baladre florece a través de las palabras de Mary y Maira las recibe con ilusión y deseos de colaborar. El autobús va abarrotándose y la gente va cediendo sitio a las personas mayores y mujeres con niños, hasta que vuelve a vaciarse llegando a la villa.

fotoCabín 9 es un barrio muy popular, cuenta con algunos servicios básicos: centro de salud, escuela y alumbrado. No existe agua potable, por tanto, hay un distribuidor de agua donde las vecinas pueden ir de 09 a 18 h a recogerla y tenerla disponible en sus casas. Llegamos al club, un espacio donde se desarrollan diversos deportes y donde se ubican las compas de Las Otras, a través de la biblioteca que iniciaron en el 2001 y realizan tareas de apoyo escolar para lxs niñxs. A través de diferentes talleres tratan de trabajar con ellxs cuestiones sociales: amor romántico, represión... y en ese lugar, también ensaya la murga carnavalera que justo en ese momento estaba en pleno apogeo. Los ritmos, aunque desiguales, resonaban por toda la calle con niños y niñas de diferentes edades, algunos con tambores más grandes que ellos que hacían sonar enérgicamente.

Nuestra presencia no pasó desapercibida y en seguida algunas de las niñas se ofrecieron a enseñarnos sus espacios y todo lo que había en los armarios, las fotos, el patio, el baile,... Les extrañaba nuestra forma de hablar y les generaba curiosidad y a nosotras nos sorprendía que nos llamaran “seño” y estuvieran tan orgullosas de las cosas que allí hacían. Observamos con ternura el amor y el cariño que trasmitían a Maira y al compañero Blas de la Murga, se sentía ese trabajo de hormiguitas que lleva 12 años levantando paredes y generando vínculos. Recientemente han reservado en el patio un trocito para la huerta, las niñas nos regalaron unos yuyos para el mal de estómago que podíamos añadir a nuestras infusiones. Alargamos la visita hablando con Dai, una adolescente de tan solo 17 años que nos ameniza con sus anécdotas y sentipensares muy madurados, nos habla sobre el taekwondo, deporte que práctica desde hace 4 años y que le ayuda a sentirse a gusto consigo misma y a defenderse ante cualquier peligro. Nos sorprende lo elaborado de sus reflexiones y la facilidad que tiene para atraer toda nuestra atención. Marian nos comunica que a Mariana se le ha hecho tarde y nos espera en otro lado de la ciudad que nos viene de camino con el bus.

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Durante el trayecto continuamos enredando con los compas de Las Otras, hablándoles del trabajo que realizamos con pekes y jóvenes en el Parke Alkosa y de nuestros sentires en este campo hasta que nos sorprende la parada y salimos casi saltando del bus. Al momento aparece Mariana con su trasto-coche acompañada de Mora y Simón y nos llevan a cenar al Pichangú, una cooperativa de unos amigos suyos donde se cenan unas pizzas de trigo impresionantes, así es, damos fe. Charlamos y nos reímos un montón, aprovechamos también para revisar el depósito de libros y comentarle la propuesta de compartir el trabajo con Las Otras, mientras Mora trepaba por los sillones y Simón intentaba seguir a su hermana. Empieza a hacerse tarde y los pekes están cansados (nosotras también) y nos tenemos que volver, pero estábamos disfrutando mucho de esta noche tan linda y tan bien acompañadas.

fotoAl día siguiente salimos temprano para desayunar con Germán, un profesor universitario independiente de economía que conocimos en el aeropuerto de París. La conversación matutina es intensa y llena de matices que nos hacen reflexionar desde distintas ópticas las situación de Argentina, la inflación, el comercio de soja, la polarización social,... no paramos de hablar en las dos horas que duró el desayuno. Germán pareció muy interesado por el tema de la Renta Básica de las Iguales porque, nos confesó, no solía leer este tipo de visiones tan transformadoras, nos compró dos libros para profundizar sobre el tema y quedamos en contactar para tantear la posibilidad de introducir esta propuesta en la Universidad Autónoma de Rosario el próximo viaje.

Llegamos con el tiempo justo a la terminal y salimos dirección Totoras, sin haber visto nunca la cara del Nano ni que cosas nos depararían por allí, conocíamos algo del tema de los agrotoxicos y los monocultivos de soja pero lo que encontramos en este recóndito lugar fue mucho más de lo que hubiéramos podido imaginar. Nano era una persona genial, abierta y transparente que nos fue contando camino a su casa la situación de Totoras. Allí conocimos a Peke, su compañera, y a Seve y Amelia que estaban acabando de comer para ir al jardin. Estuvimos toda la comida hablando con Peke sobre Mujeres en Ronda, un colectivo local con el que habían realizado distintas acciones directas para responder a las agresiones machistas y que, poco a poco, iba definiéndose como proyecto feminista dentro de Tototoras. Conectamos muy rápido también con ella, aunque no pudimos conocer a todas las compas, sentimos muy próximas sus anécdotas y nos encantó su forma de transmitirnos las reflexiones del colectivo.

fotoDe allí salimos hacia el proyecto que tienen de agroecología, donde cultivan en la huerta, crían distintos animales: vacas, cabras, ovejas, pollos, gallinas, caballos, además de cuatro perros que han ido apareciendo por allí y Néstor, un pollo destartalado con el pico desencajado y falto de un ojo. Nos recibieron Juli, también del colectivo feminista, Andrés y Agus, que participaban también de este gran proyecto, y Tiby y Regina, que llevaban ya dos meses también colaborando y salieron hace dos años de Venezuela para conocer América del Sur viviendo de la artesanía que realizaban. Lo pasamos genial entre mates, animales y experiencias tan dispares, es como si el tiempo se hubiera parado de pronto en ese lugar y no hubiera nada más allá de este espacio tan lejano a nuestros ritmos de vida. Antes de que pudiéramos recobrar la conciencia y el sentido se nos echó la noche encima y el aire gélido nos obligó a continuar la velada en el interior. Mientras unos se encargaban de la cena, Andrés, Amalia y Seve amenizaron la espera entre canciones y bailes. Cenamos pizza y pollo casero a la brasa, ni que decir que todo estuvo exquisito, más allá del hambre, el amor durante el proceso de producción se podía saborear a cada bocado. Juli y Andrés nos cedieron su casa para pasar la noche y dormimos genial, entre un silencio insólito para nosotras y el placer de cambiar los tiempos y costumbres urbanas por la conexión directa con la Pachamama.

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Nos pusimos en pie sobre las nueve para preparar el desayuno y conocer otro de los proyectos donde trabaja Nano con personas con capacidades diversas. Aparecimos sobre las 10h en el vivero y ya estaba repleto de personas con distintas tareas, unas cocían barro, otras preparaban empanadillas argentinas para el almuerzo y otras estaban regando y cuidando las plantas. Nano nos enseñó la huerta, los árboles autóctonos y sus historias y leyendas y nos hizo un repaso histórico sobre como acabó formando parte de este proyecto y los iniciativas autogestionarias que estaban elaborando: cerámica, venta de plantas, realización de cosméticos,... mucho trabajo que quedaba plasmado en la sonrisa de cada uno de los chicos y chicas que participaban del proyecto.

fotoComimos acompañadas de toda la familia y rápidamente salimos hacia el campo de nuevo a conocer otra parte importante del proyecto: el trabajo con jóvenes en riesgo de exclusión. Nada más llegar les explicamos un poco quiénes somos y qué hacíamos allí y nos dividimos en dos grupos para repartir las faenas, unos se fueron a envasar champiñones y otros a limpiar, asear y dar de comer a los animales. Dimos de comer a los pollos, limpiamos el espacio de los pollitos pequeños, movimos una de las jaula para trasladarlos, plantamos petunias en un tronco, todo ello entre risas, curiosidades y conversaciones sobre nuestras historias y realidades. Otra parte del grupo ayudó a Nano a realizar diferentes trabajos entre las enormes vacas y cabras. Fue una tarde estupenda en la que pudimos conocer la mirada de los jóvenes ante la situación convulsa de Argentina y sus perspectivas de futuro en este contexto. Al finalizar Penèlope les enseñó algunas fotos sobre el trabajo que realizan en el Centro de Jóvenes, lo que más les impresionó fueron las bicis que customizan y se fueron con las ganas de aprender a soldar y hacer sus propias bicis. Nos despedimos de los jóvenes y luego de las compañeras Tiby y Regi, (Juli se marchó un rato antes a trabajar), y de los compas Andrés y Agus, nos costó despegarnos de este lugar tan lindo y alejado de todo, y nos fuimos cargadas de cariño por los breves e intensos momentos compartidos.

Pasamos por casa de Nano a despedirnos de la grandísima Peke y de Amalia y Seve, los vamos a extrañar muchísimo, que tan buenos ratos nos han hecho pasar y partimos con Nano camino a la ciudad de Rosario. Por el camino fuimos descubriendo más sobre las lógicas políticas de Totoras en cuanto a los agrotóxicos, el poder que tienen los productores para forzar la creación de determinadas leyes que vulneran la salud y derechos y también otras leyes comarcales y las presiones que estaban recibiendo Nano por las denuncias realizadas. Nos encantó escucharlo con esa actitud tan serena y la mente tan clara, sus reflexiones y la lucha por defender esta forma de vida, que habíamos tenido el placer de compartir durante un par de días, nos hizo entender la importancia de mantener este espacio libre de tóxicos, por defender la vida. Por desgracia, la política y los intereses de los empresarios no entienden nada de todo esto y, dado que habían ganado la demanda judicial que obliga a los productores a no poder fumigar a menos de 500 metros de una escuela o una casa, se prevé que puedan ocasionarles algún problema con los proyectos que desarrollan.

fotoSin darnos cuenta, llegamos a destino: La Toma, un supermercado recuperado por lxs trabajadorxs, el espacio se distribuye para organizaciones sociales de la ciudad fundamentalmente aunque hay un espacio pequeño de super donde los productos son más baratos que en otras mega cadenas comerciales. Tenemos la oportunidad de presenciar una asamblea preparatoria del 13º Encuentro de la Red de Educadores y Educadoras que se desarrollará los días 15 y 16 de Septiembre en la ciudad. Nos invitan a asistir pero nuestras agendas no podemos estirarlas más. Al finalizar la asamblea llegan las despedidas, una vez más sentimos que nos dejamos un trocito de vida y nos llevamos las ganas de encontrarnos de nuevo. La Negra, Mariana, Lucía, Barbi, Natalia, Silvana, Maira... son mujeres valientes que nos han acompañado estos días y nos han hecho sentirnos parte de ellas y sus andanzas.

Volvemos con Natalia y Silvana en coche, apurando nuestra última noche, tejiendo complicidades durante la cena y nos retiramos a descansar temprano para afrontar el nuevo día que comienza tempranito para viajar hasta Buenos Aires en colectivo y estar presentes en las X Jornadas de Economía Crítica.

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