Si no nos lo cuentan, no podríamos ni imaginar que esta tranquila, amable y pequeña ciudad que nos recibe ahora, Río Cuarto, es el corazón de los agrotóxicos. Miles de hectáreas de cultivos la rodean, dedicados a la producción de bioetanol (que de "bio" sólo tiene el nombre), cuyo costo de producción energético es mayor que el supuesto ahorro energético que suponen. Cultivos hortofrutícolas bañados con glifosato como si de agua de riego se tratase y enfermedades crónicas, malformaciones y veneno que mata lentamente a la población son causa y consecuencia de un mismo modelo energético y de producción. La nueva generación de transgénicos experimentados son las semillas resistentes a las sequías, atrás queda la anterior generación de semilla modificada que expele glifosato. Pero ni las Monsanto, ni las Dupont o Bio Cuatro pueden quedar tranquilas pese a su impunidad mundial, cientos de grupos en todos los continentes hacen frente a este modelo de muerte y en Río Cuarto, no es menos.