[Simón] Ya en casa después de una marcha de seis días por distintas ciudades del país. Una marcha en la que, ademas de manifestarnos cada día por causas que todos/as creemos justas, hemos podido compartir innumerables experiencias que quedarán para el recuerdo.
Esas colas que se nos hacían interminables para la comida, esos ratos de charla y reflexión por las noches, esa incertidumbre por saber si íbamos a disponer o no de colchones esa noche, pero que a la vez nos despreocupaba porque estábamos con nuestros compañeros/as, y eso era lo importante, esa alegría que nos entraba cuando los vecinos/as de una ciudad nos apoyaban mientras pasábamos por sus calles, esa complicidad para crear lemas y canciones reivindicativas, y gritarlas o cantarlas en el momento adecuado.
Sólo hubo un momento malo durante la marcha: la carga policial en Madrid que terminó con un compañero nuestro detenido, un compañero en el hospital con la cabeza abierta y otra con la mano vendada. Pero, a pesar de su dureza, no consiguió terminar con nuestras ganas de luchar y seguir alzando nuestra voz, porque a todos nos dolían más las innumerables injusticias que comete a diario el Estado que los golpes, moratones, o los pies de tanto correr esa noche. Esa experiencia nos sirvió para demostrarnos entre todos/as que eramos más que compañeros/as, que si nos tocaban a una nos tocaban a todas.