Sonríe y lucha

Amanecerhalabedi.eus. Isa Alvarez.- Inicio de curso después de un verano en el que la cosecha de cereal ha sido más que aceptable. Tras unos años complicados, este año ha traído un poco de alegría a algunos campos. Y qué falta hace, la alegría, para los campos o para quien sea.

Inicio del curso después de meses en los que quien tiene humanidad vive con un pellizco continuo por Gaza. Es difícil a veces no apartar la mirada frente al horror, es difícil también saber qué hacer con esta impotencia que nos atraviesa. Quién nos iba a decir que la Vuelta a España, esa que acompaña tantas siestas, iba a servir para el despertar de algunos.

Inicio de curso después de un verano en el que en Gasteiz la hierba sigue creciendo, a la par que la indignación y el enfado de quienes tienen como tarea recortarla y dejarla acorde a los estándares urbanos. Parece que este verano tanto hierba como jardineros y jardineras son muestra de rebeldía.

Inicio de curso en el que se nos siguen multiplicando los proyectos que pretenden cubrir la tierra que nos alimenta con barbaries vestidas de verde. Un verano en el que nos hemos desayunado algunos días con el término retardistas, dedicado a quienes decimos “Horrela Ez”, un término que ahora defienden personas vestidas de izquierdas, púlpito y asfalto.

Inicio de curso en el que a las mujeres nos siguen matando y parece que no importa. Solo importa cuando hay escándalos que derivan en peticiones de más policía y más control por parte de quienes viven controlándolo todo. Controlándonos.

Inicio de curso tras un verano en el que costaba decir “poco quemamos” porque ardía demasiado. Incendios que arrasan, no monte, vida, vidas humanas y no humanas, semillas de futuro para la naturaleza y para los pueblos. Pueblos que han sentido que no importaban y cuyo abandono es abono para las derechas más y menos extremas.

Inicio de curso en el que nos seguiremos dejando la voz y el cuerpo en las calles, en los montes, en las huertas, en todos los lugares en los que podamos incidir. Son momentos complicados, pero más que nunca toca enredarse, reivindicar la juntanza como acción, visibilizar las barbaries, llevar banderas, sandías y lo que haga falta para reivindicar nuestras formas de sostener la vida. Acompañar flotillas aunque estemos en tierras de secano y seguir sembrando semillas de futuro allá donde estemos.

Es un inicio de curso en el que hay demasiadas gotas de miedo a nuestro alrededor, demasiado odio, odio que pretende, de forma casi paradójica, regarse para destruir, como se irrigan los campos con veneno. Demasiada barbarie que atraviesa a unas más que a otras. Tal vez es más que demasiado a veces, lo que nos lleva a que las pantallas sean nuestro anestésico, pantallas diseñadas hoy en su mayor parte para seguir envenenando.

Y frente a todo esto, no dejo de recordar una frase que me dijeron hace unos días, un lema de un grupo de personas que se dedica a llevar alegría y sonrisas a los lugares donde la barbarie pega más fuerte. “Sonríe y lucha” dicen, sonríe y lucha frente al odio, la tristeza, el horror y la desazón. Sonríe y lucha frente a quienes nos ofrecen el sufrimiento como inevitable. Y yo hoy, en este inicio de curso, miro hacia delante y elijo luchar y sonreír donde y cuanto pueda porque como me enseñan los campos, después de años malos también llegan buenas cosechas.

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