Los desayunos son el momento, si, es cuando desde la tranquilidad mañanera se da la conversación tranquila, se hacen los retoques de la crónica, del “agendeo” del día. Se vuelve sobre las vivencias del día anterior y se valoran, a veces se les ponen notas y todo, como un ocho con cinco, que en tiempos de alguna era un sobresaliente. En esta ocasión, el desayuno, es con Lars, en su amplia casita, un tercer piso, con mucha luz. La hora, la habitual, las ocho de la mañana y la mesa cargada de alimentos, pancitos, queso, fruta, yogures, mermeladas diversas, pastelitos. Alguna recuerda cuando en 1988, en nuestro primer viaje baladrino, esperaban al momento de la comida y se quedaban con mucha hambre, hasta que comprendieron que el DESAYUNO era el momento de meter al cuerpo, las vitaminas, calorías, proteínas, líquidos, de tooooo.