Protestas toman las calles contra las políticas de inmigración que provocan tragedias como la de Badalona

Imagen: kaosenlared.netKaos. Països Catalans.- La protesta se ha hecho en Barcelona, Balaguer, Cerdanyola, Girona, Mataró, Montcada Los concentrados han cortado carreteras y han mostrado las banderas de los estados europeos simbolizando un muro que han hecho caer al final del acto.

La protesta se ha ha llevado a cabo en Barcelona, Balaguer, Cerdanyola, Girona, Mataró, Montcada i Reixac, Reus y Tarragona, además de València y Menorca. Lo han hecho con la tragedia de Badalona de fondo, donde tres personas murieron después de incendiarse la nave donde vivían. Desde la Plataforma 12-D, convocantes del acto, señalan que se podría haber evitado si hubiera una política de asilo «que respete los derechos humanos». Este sábado por la tarde también ha habido una manifestación en Badalona a la salida del Metro Gorg, próxima al lugar de la tragedia, para protestar contra el incendio de Badalona y exigir «justicia y dignidad».

Los concentrados han cortado carreteras y han mostrado las banderas de los estados europeos simbolizando un muro que han hecho caer al final del acto. También se ha leído un manifiesto común en todas las ciudades.

También se han convocado concentraciones en el municipio valenciano de L’Eliana, en Ciutadella de Menorca y en Motril (Granada).

Varios colectivos y entidades que trabajan por la defensa de los derechos humanos, han impulsado la la Plataforma 12D para reclamar un cambio en las políticas migratorias europeas. Así mismo, más de 170 entidades y cerca de 400 personas se han adherido al manifiesto «Por una Europa de Derechos Humanos, desmontamos el nuevo Pacto de Migración y Asilo», publicado por la Plataforma 12D.

Plataforma 12D

Residentes de otras naves ocupadas de Badalona acogen solidariamente a los supervivientes del fuego

Imagen: kaosenlared.netCesc Maideu.- "Les hemos hecho sitio donde hemos podido". La red de compañerismo no ha dejado a casi nadie sin techo. Las dos naves que acogieron a más personas estaban a solo 500 y 900 metros de la zona cero del incendio.

«Les hemos hecho sitio donde hemos podido»

Residentes otras naves ocupadas de Badalona acogen solidariamente a los supervivientes del fuego

Solo 16 de los más de 100 ocupantes de la nave calcinada de Badalona han dormido esta noche en un albergue. Los otros, un centenar, se han reorganizado en naves también ocupadas en la ciudad: las dos que han acogido más personas están a solo 500 y 900 metros de la zona cero del incendio. El viernes por la mañana, un día después de la tragedia, a 10 metros del cordón policial de los Mossos d’Esquadra, una furgoneta descargaba mantas y comida para los supervivientes del fuego y, a partir de ese momento, nuevos vecinos de otra nave ocupada. La red de compañerismo no ha dejado a casi nadie sin techo.

La Fatu, de 23 años y superviviente del incendio, acababa el jueves su entrevista con el diari Ara explicando que en la primera noche no sabía donde dormiría. «Hoy ya estoy más tranquila», dice sonriente. Ha pasado la noche en una nave a medio kilómetro de la que había sido su casa. Cristina Stiegler explica que ha acogido a unos cuántos supervivientes en su casa. «Los hemos repartido cómo hemos podido», apunta esta mujer que, a pesar de disponer de un piso propio, pasaba muchas noches en la nave quemada porque su pareja era uno de los ocupantes. El Tamba y lo Seydou tampoco han dormido en la calle. Algunos supervivientes, pocos, han pasado la noche haciendo vivac, pero esta tarde, en una reunión entre representantes de las otras dos naves, han decidido redistribuir espacios para hacerles sitio.

En esa reunión estaba Ismael Koyatá, de 43 años. Su madre es de Mali y su padre de Costa de Marfil. Por la zona todo el mundo lo conoce como Drogba, por el nombre del futbolista marfileño Diddier Drogba. Emigró con 11 años y, después de pasar por España, Italia y Francia, se ha arraigado en una nave de Badalona, donde convive con un centenar de personas, a menos de un kilómetro del edificio calcinado del Gorg. «Al enterarme del incendio fui a ayudar», explica. Con sus compañeros decidieron realojar a unos veinte las víctimas, «priorizando a la gente mayor y las mujeres», explica.

Cien personas, cien cubículos

El nuevo destino de los supervivientes no ha sido muy diferente al de su antigua casa. Un espacio amplio y diáfano, con muchas columnas y un techo que deja entrar un poco de luz exterior. Es la imagen típica de un antiguo lugar industrial. El espacio, sin embargo, se ha remodelado y se ha adecuado a las necesidades de sus vecinos: ha quedado dividido en varios pequeños cubículos, algunos con techo de uralita, delimitados por paredes de madera y de cartón. En realidad son las pequeñas viviendas que permiten cierta intimidad a los residentes. De hecho, en toda la nave cuesta encontrar elementos hechos de metal: toda la chatarra vale su precio y se intenta vender. Dentro de cada pequeña vivienda, la decoración corre a cargo de cada cual. Hay quien ha colocado lucecitas de colores, otros que ponen banderas de su país de origen, y en ningún sitio faltan las fotos de la familia, que ha quedado muy lejos. Incluso ondea alguna bandera de Catalunya.

«Durante todo el día se forman corralitos con temas diferentes y lenguas diversas», describe Drogba, a pesar de que añade que el francés y el mandinga son las auténticas lenguas francas. Junto con él, un centenar de personas más convive en la nave, que solo tiene un lavabo y una ducha. «Ayer me quería duchar y todavía hay cola», dice. La comida, muchas veces, también la acaban compartiendo: «Un día me das tú, el otro, yo». Cocinan en pequeños fogones en el interior de los cubículos, a pesar de que en la entrada de la nave también hay algunos electrodomésticos, que alimentan con los generadores.

Muchos de los ocupantes son subsaharianos, a pesar de que también hay algún español. La convivencia no es fácil, pero al final no hay ninguna alternativa: «Nos tenemos que entender y no hacer follón, si no nos echarán», dice Drogba, y añade que siempre intenta evitar las peleas y discusiones: «Siempre soy el que recibo cuando intento separar, pero es mi obligación». Es uno de los miembros de más antigüedad de la comunidad. Explica que había trabajado en la construcción pero que ahora hace los trabajos que puede para sobrevivir y, además, enviar dinero a su hijo Cedric, que tiene 22 años y está estudiando en Costa de Marfil. Cuando marcha, ve a un chico de veinte y poco años con un carro de chatarra. Se gira y dice: «Él hoy ha tenido suerte, podrá cenar. Pero pensad que 100 kilos de chatarra son 10 euros».

Empezar de nuevo

No todas las historias son de nave a nave. Fernsi Foctra ha encontrado refugio en un garaje ocupado. Tiene 47 años, y hace 19 que marchó de su país de origen, Ghana. Dice que es un «manitas», y que ha trabajado de hojalatero durante muchos años, a pesar de que nunca con contrato. Habla acelerado, «todavía estoy nervioso por el incendio de ayer». También está muy indignado, denuncia la situación que sufren los inmigrantes en Catalunya: «Los chinos tienen tiendas y restaurantes, los indios supermercados, pero los negros qué? Solo chatarra y top manta, y todavía gracias».

Él vivió el incendio desde la azotea, y descarta que fuera una vela: «Horas antes, el generador sacaba humo. En invierno tiene que aguantar muchos calefactores para no congelarnos», explica. Sobre el incendio, añade que el humo y el fuego subieron muy deprisa por el agujero del ascensor: «No funciona, pero era una autopista para el fuego». Fernsi fue rescatado por los bomberos en la azotea. Una vez estuvo en la calle, se marchó deprisa. No quería acabar en manos de los servicios sociales, o ser interrogado por la policía, puesto que vive con miedo: «Siempre te registran, te preguntan cosas, y nunca sabes qué puede pasar». La misión era no ser pillado y encontrar un refugio: «Conozco muchas naves ocupadas de la zona, pero a medida que iba llegando, todas estaban llenas», describe. Finalmente, encontró cobijo en un pequeño garaje a 700 metros del incendio. «Siempre me toca empezar de nuevo, pero tranquilos, que un día encontraré un futuro, me lo estoy ganando a pulso».

Fuente: Diari Ara

13 Dic, 2020

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