halabedi.eus. Isa Álvarez Vispo.- En este contexto de catástrofe continua que nos rodea, empiezan a verse actuaciones con el objetivo de estar preparadas para lo peor, aunque ni siquiera podamos ni queramos imaginar qué es lo que eso significa. El capitalismo, que es realmente el padre (que no la madre) de todas las catástrofes hace también sus tareas y como siempre genera nichos de mercado para seguir enriqueciéndose de las desgracias ajenas.
Al fin y al cabo, ese es uno de los pilares de su existencia. Mientras, desde otros lugares se generan espacios desde dónde reflexionar sobre cómo estar preparadas para “Isa Álvarez Vispo”, hablando y pensando en futuro queriendo aferrarnos a las bondades que quedan en el presente que nos rodea y consolándonos desde la relatividad de que otras están peor, aunque esas otras vivan cada vez más cerca.
Algo curioso en todos los casos, tanto en el caso capitalista como en el más alternativo, es que siempre acaba saliendo la conversación del Kit de emergencias. Hace poco se apagó la luz y reforzó los argumentos del “estar preparadas” siendo la radio a pilas el nuevo tesoro. En este caso, la ausencia de energía eléctrica evidenció muchas dependencias. El día después, en los medios de comunicación se hablaba de la dependencia de numerosos recursos materiales, pero menos se hablaba de la interdependencia de otras personas para resolver y superar los momentos de emergencia. Si se habló fue de las personas que están empleadas en servicios públicos valorados o de cómo se accedió al consumo, pero mucho menos de todo el resto de relaciones que sostienen y apoyan en esos momentos.
Las vecinas son las primeras a las que preguntas si también se les ha ido la luz, la voz que está ahí, aunque la radio se apague. Las personas que a ratos te toca tranquilizar y que otros te tranquilizan a ti. Las primeras que se pueden dar cuenta de que no estás porque, para lo bueno y lo malo, saben tus rutinas. Hoy, en esta catástrofe llamada capitalismo, una de las pérdidas que estamos teniendo es la de los vínculos con las vecinas. Ese sí que es el nuevo tesoro. En un contexto en el que el acceso a la vivienda se ha convertido en una lotería a la que aspirar, con una continuidad muy limitada, establecer vínculos con las de alrededor es cada vez más difícil. El derecho a la vivienda no es solo el acceso a unas paredes, también a una comunidad y para eso se necesitan espacios y tiempos en los que relacionarse. Las vecinas son las más cercanas, pero no las únicas, otras son las comerciantes de barrio que fían cuando no hay luz para cobrar, las personas anónimas que el día del apagón en las grandes ciudades fueron el Google maps para quienes estaban lejos de sus casas y no sabían el camino para volver caminando. La lista de dependencias se hace mayor cuanto más poblado es el municipio que habitamos, aunque parece que lo que se da es justo lo contrario, a mayor población menos vínculos estables con quienes nos rodean.
Estos son algunos ejemplos, pero habría otros muchos dependiendo de los contextos, porque en definitiva el principal sostén en una emergencia son los vínculos con otras, más o menos fuertes, pero son los que nacen desde nuestra condición humana y son las que no nos dejan caer. En una situación de emergencia el principal instinto sigue siendo ayudar, así nos lo comparten quienes han vivido todo tipo de desastres. Lo material ayuda, pero lo humano sostiene.
Por eso, si queremos tener un buen kit de emergencia necesitamos pensar en los vínculos que necesitamos a nuestro alrededor, en la comunidad que nos rodea y en cómo fortalecerla cada día. El capitalismo tiene el individualismo como aliado, porque en la medida en la que perdemos relaciones dependemos más y más de recursos que deben ser pagados al precio de mercado, que como sabemos está muy lejos de ser estable y que vive aprovechándose de los momentos de crisis.
Hoy el capitalismo y los PIBs se sostienen a golpe de guerra y catástrofes climáticas, destruir para edificar es la máxima de esta rueda, sin pensar (o tal vez pensando mucho) en todas las comunidades que se destruyen en ese camino.
Por eso, la principal resistencia es generar comunidad, vínculos que no tienen precio y que son los que nos dan calor en los tiempos fríos. No podemos considerar estos vínculos como algo excepcional, necesitamos mantenerlos como algo necesario y accesible desde la cotidianeidad, porque en la medida en la que los alejemos de ahí, los estaremos alejando en nuestro imaginario de ser algo posible..
Cuando se apaga la luz, los vínculos se activan, pero no tenemos que esperar a fenómenos excepcionales para que eso suceda. Valoremos y visibilicemos la esencialidad de las relaciones con las personas que nos rodean porque ellas son nuestra principal red, nuestro kit de emergencia.
Escuchar: