Imperios tecnológicos colonizan la mente humana

CartelEn pocas palabras. 15-M RONDA.- Después de que el mercado se haya expandido por todo el planeta, se orienta hacia la búsqueda de nuevos horizontes, y los encuentra en la colonización de la mente humana. La era digital ya está aquí y los algoritmos han colonizado nuestras vidas. Adam Greenfield, un reconocido escritor estadounidense y crítico futurista, asegura que es la mejor manera de describir los tiempos que vivimos.

Nuestra vida diaria ha sido colonizada por algoritmos que procesan nuestra información. Y muchas veces ni siquiera somos conscientes de ello. Una sociedad adicta a los celulares, absorta en pantallas brillantes y enganchada a juegos de realidad aumentada y a todo de tipo de aplicaciones que se alimentan de datos personales. Además, esta economía digital está asociada a la desigualdad, explotación, mercantilización, alienación, concentración del poder y devastación social y ecológica.

Nos planteamos, ¿por qué todo parece gravitar en torno a la nueva oligarquía digital?, ¿Cómo repercute la concentración de poder en la restricción de nuestras libertades?, ¿Asistimos a un nuevo tipo de soberanía sustituta de la democracia?

Una de las contundentes conclusiones del informe lapidario del Congreso de los Estados Unidos “Investigación de la competencia en los mercados digitales” es cómo dominan el mercado los cuatro gigantes de Internet, Google, Amazon, Facebook y Apple (GAFA), acusadas de monopolio. Cobran comisiones exorbitantes, imponen condiciones contractuales opresivas y extraen datos valiosos de millones de personas. La pandemia les permitió acelerar el crecimiento de sus negocios.

La estrategia imperial -del Grupo GAFA y de los tres gigantes tecnológicos de China, “Baidu, Alibaba y Tencent”, algunos suman una cuarta al grupo, Xiaomi- es debilitar, aún más, las ya exhaustas democracias y el poder de los estados del mundo.

Sus capitalizaciones mundiales, han destronado a las empresas petrolíferas. Sólo la empresa tecnológica multinacional Apple se convirtió en el año 2018 en la primera empresa de la historia con un valor superior a un billón de dólares, equivalente a aproximadamente el doble de la capitalización de las 35 empresas del IBEX, y dos años más tarde se consagró como la primera empresa en alcanzar una capitalización de dos billones de dólares.

Facebook cuenta con 2.500 millones de personas usuarias activas mensuales, de las cuales 1.600 millones se conectan cada día una media de 35 minutos.

Cada segundo, se sube una hora de vídeo a YouTube, es decir que en un día se cuelgan 86.400 horas, lo que supone, anualmente, unos 3.600 años de vídeo. Las cifras de Facebook no son menos impresionantes, se publican más de mil fotos personales por segundo, 3.000 millones al mes.

Según un estudio realizado por Visual.ly, se preveía que para el año 2020 habría nada menos que 5.000 millones de personas usuarias, de los 7.800 millones de habitantes en el mundo en ese año, esto es, el 64%, más de la mitad de la humanidad.

Ya en el año 2011 los expertos afirmaban que la humanidad había alcanzado un almacenamiento digital, el equivalente a más de mil billones de los antiguos disquetes de los ordenadores. ¿Nos hemos preguntado alguna vez dónde está toda esa información? ¿En qué lugar se guardan las fotos que posteamos en Instagram, los e-mails con adjuntos que enviamos a través de Gmail o de Yahoo, o los documentos, las películas o la música que depositamos en Dropbox? ¿A dónde va a parar nuestro calendario, la agenda, los contactos de móvil que sincronizamos con el correo?

A la nube, dirán. Hace ya algunos años que oímos hablar de la computación en nube, nuestros datos, están almacenados en servidores físicos y virtuales repartidos por todo el mundo. Y moviéndose por todos los continentes.

El Imperio Tecnológico nos está lavando el cerebro que consiste, según el filósofo Byung-Chul Han, en un sistema de dominación que, en lugar de emplear el poder opresor, utiliza un poder seductor, inteligente, que consigue que las personas se sometan por sí mismas al entramado de dominación.

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