En Pocas Palabras Desmontando Mentiras Nº 12

logoSALIDA DE LA CRISIS O MAQUILLAJE ESTADÍSTICO

15-M SERRANÍA DE RONDA  http://www.facebook.com/15MRonda   Noviembre  2014

Escuchamos voces que en el momento presente apuntan a la salida inminente de la crisis. Lo que está en juego no es si asistimos al final de esta crisis –estafa-, sino cómo queremos salir de la misma. De los cinco millones de puestos de trabajo creados entre 1994 y 2007, más de tres fueron empleos precarios. Empleos que protegen de forma insuficiente, que atrapan y cronifican, y que se destruyen fácilmente ante el cambio de ciclo económico. La generación de millones de puestos de trabajo precarios, mejora considerablemente las estadísticas, pero no implica la existencia de un modelo de empleo integrador.

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La crisis –estafa- se ha hecho muy larga para muchas familias. Demasiado. Especialmente para las de rentas más bajas. Han sido ellas las verdaderas perdedoras de una crisis –estafa- que no es verdad que hayamos sufrido todos por igual. Por este motivo, nada podemos desear más que estar presenciando los últimos días de una crisis profunda. Pero, a qué final se refieren quienes así lo proclaman. ¿A un final que, como el crecimiento anterior, se refleja más en los indicadores macro, que en el día a día de las personas?

Vivíamos en un espejismo. La crisis –estafa- que iniciara su andadura a finales de 2008 ha sido la concreción de un modelo que prometía las certezas endebles de todo espejismo. Basada eso sí, en estadísticas incuestionables que pueden ser utili-zada tanto para  desvelar como para esconder la realidad.

Un contexto inmejorable: un crecimiento econó-mico (en términos de PIB) por encima de la media europea; una generación de empleo (más de cinco millones) que nos situaban como referencia a imitar.

Aparentemente, estábamos «haciendo los deberes» como alumnos aplicados. De ahí el desconcierto experimentado cuando apenas unos meses más tarde, veíamos desmoronarse nuestro castillo de naipes; ese al que habíamos confiado nuestro presente y sobre el que queríamos construir nuestro futuro. ¿Cómo entender lo sucedido? Si realmente éramos referentes en generación de riqueza y creación de empleo para la mayoría de los Estados miembro de la UE, ¿qué había ocurrido entonces?

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Lo cierto es que, en esos mismos años en los que los macroindicadores económicos decían que todo estaba «bajo control», en España dejaba de redu-cirse la tasa de pobreza, el 44% de la población experimentaba episodios puntuales de pobreza relativa, el 50% estaba afectado por problemas de privación material o por indicadores de exclusión social, que hacían del nuestro, un modelo de fragi-lidad y vulnerabilidad. Y el peligro más grave que encierra el contexto actual, es que aquel pasado se atisbe como el lugar al que ansiamos regresar.

Desde entonces, hemos asistido –trimestre a trimestre– a un proceso de destrucción masiva de empleo, pasando de una tasa de paro del 8 al 26% en apenas 5 años. Un «paro» que, a diferencia del que hemos tenido en crisis anteriores (mediados de los 90) resulta mucho más estructural, pues afecta en mayor medida a los sustentadores principales (y no tanto a los sueldos complementarios del hogar).

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El descenso medio de la renta, unido al incremento de precios experimentado en los últimos años, rebaja claramente el poder adquisitivo de los hogares, y a esta situación hay que incorporar el considerable incremento del número de hogares sin ingresos: 643.000 en 2012, 737.000 en 2013 y 769.000 en 2014 (según recoge la Encuesta de Población Activa para el primer trimestre de cada uno de estos años).

Las medidas para atajar los problemas ocasionados por la crisis –estafa-: recortes salariales, reformas laborales, reducción de prestaciones, reformas sanitarias… Son lógicas que responden a intereses económicos de una minoría social.

Sólo saldremos de la crisis –estafa-... si somos capaces de entender que la economía o es para las personas o es injusta y excluyente. Si somos capa-ces de comprender que no seremos una sociedad verdaderamente democrática si la política no es capaz de gobernar a los mercados (y no al contra-rio) y, sobre todo, si damos respuestas a todas las personas, especialmente a las que más sufren.

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