Las elecciones en Argentina

Urna electoral de las elecciones generales de 2015. Trelew, Chubut, Argentina.Llegamos a Argentina el 31 de agosto de 2019 con el objetivo de intentar conocer un poco más de cerca la situación política que estaba atravesando el país. Bibi y yo hablamos sobre el peronismo, el “macrismo” y Cristina Kirchner durante, prácticamente, todo el tiempo de viaje.

Llegué a Buenos Aires con la teoría de que el peronismo tiene mucha similitud con el estalinismo. Por un lado, los dos fueron sistemas socialistas que agradaban a la gente porque a nadie le “hacía falta de nada” pero que, a quienes no estaban a favor del régimen o se declaraban contraries, les perseguían hasta asesinarlos o expulsaros de los respectivos territorios. El hecho de que tanto Perón como Stalin sean figuras ambiguas en el sentido de que existen personas que los aclaman como socialistas y personas que los ven como dictadores es lo que me hace pensar en este paralelismo que planteo aquí, por supuesto, salvando las enormes diferencias que existe entre uno y otro.

Hecho este paréntesis con el fin de enmarcar un poco la historia política argentina desde mi punto de vista, hoy en día las cosas son un poco más complicadas, quizás porque siempre es más complicado hablar de la actualidad desde un punto de vista “objetivo” que hablar del pasado. El panorama político actual en Argentina se encuentra en situación de bipartidismo no oficial, en el cual las opciones más votadas son la coalición Cambiemos, donde Macri es el candidato a presidente y la coalición Frente Para Todos en la cual el aspirante a presidente es Alberto Fernández, con Cristina Kirchner como vicepresidente, este último tiene un claro corte peronista.

Los últimos cuatro años gobernó en Argentina la coalición Cambiemos, con el partido del PRO en la cabecera y Mauricio Macri como presidente de la república. Argentina tiene un sistema presidencialista, lo que quiere decir que el presidente tiene el mismo poder que el congreso de diputados y diputadas en las decisiones políticas del país. Así bien, en su candidatura hubo muchos cambios respecto a muchas políticas implementadas en los últimos doce años de kircherismo.

En el ámbito social, el cambio se produjo por el ajusto en los recursos destinados a diferentes proyectos sociales como comedores, espacios culturales o deportes. Por ejemplo, durante el viaje conocimos la experiencia de La Maquinita, un comedor social ubicado en el barrio de Lanús en la provincia de Buenos Aires, donde se redujeron los recursos porque el Estado, proveedor de los alimentos, ya no enviaba la misma cantidad que en anteriores años. En este sentido, las mujeres que coordinan el comedor nos comentaban que los niños y niñas que ya no pueden ir a buscar su comida al comedor donde antes solía y que esta situación no solo sucede en La Maquinita sino también en muchos otros comedores. La reducción de presupuestos llegó a todas partes, incluyendo también centros culturales y hasta escuelas.

En el marco de la “seguridad”, la represión aumentó calamitosamente, hasta el punto de asesinar a gente en las marchas, en las calles o en las comisarías. Se aumentó el poder que tiene la policía hasta el punto de no tener que dar el “alto” antes de disparar. Además, en la ciudad de Buenos Aires se creó un nuevo cuerpo policial con competencias similares a los ya existentes.

Por otro lado, en el ámbito de la macroeconomía, Macri pidió al FMI (Fondo Monetario Internacional) un préstamo de millones de dólares para el desarrollo del país. Esta decisión fue fuertemente rechazada por el común dela población que se posicionó en contra de este contrato, dejando a Macri en una postura contraria al pueblo. No obstante, otra parte de la población argumentaba que el presidente de la nación no tenía otra opción que pedir el préstamo porque el país ya estaba hundido desde antes que Cristina Kirchner abandonara el gobierno.

A nivel microeconómico, este préstamo comportó graves consecuencias en las vidas de las personas. Los precios de todas las cosas necesarias para el desarrollo de la vida cotidiana aumentan cada día a causa de la devaluación del peso argentino. Además, muchas PYMES tuvieron que cerrar por el aumento de los materiales de trabajo y algunas políticas neoliberales que instauró Mauricio Macri que favorecían a los y las grandes empresarias y en nada a las pequeñas y medianas empresas.

En otro plano de cosas, Cristina Kirchner está procesada en once casos judiciales que la interpelan por estafa, malversación, corrupción, entre otras. De hecho, la campaña de Macri para ganas las elecciones anteriores fue una campaña “contra la corrupción” que dejaba muy mal posicionada a su rival. No obstante, durante los doce años de kirchnerismo en la Argentina se vivieron momentos de esplendor económico, donde la deuda económica con el FMI quedó pagada enteramente y la gente vivía con todas las necesidades básicas cubiertas. Sin embargo, las acciones corruptas del gobierno, las cadenas naciones diarias en la TV de la presidenta dando su discurso y la militancia de “base” con un claro componente peronista daba una imagen de semi-dictadura para muchas personas que vivían en Argentina en aquel momento.

El gobierno de los Kirchner estuvo muy marcado por ese componente peronista: ultranacionalismo, socialismo y culto al líder. Cuando comentaba esta cuestión con mis amigues de Río Grande o en los diferentes sitios donde estuvimos con Bibi, la gente contestaba “todo esto es cierto, pero con Cristina podíamos vivir y ahora nos cuesta ir al supermercado a comprar para el día”.

No miento cuando aseguro que no estoy para nada posicionada en este debate, no solo porque estoy segura de que me falta información para tener una postura clara de lo que pasa en el país, sino también porque pienso que hay mucha información secreta que casi nadie sepa. Lo que quiero decir con esto es que el hecho de que el gobierno haya cambiado de manos en 2015 en Argentina podría haber sido una estrategia del gobierno kirchnerista para enfrentarse a lo que supone atravesar una crisis económica que ya se veía venir cuando elles seguían en el gobierno. Digo esto porque las elecciones las ganó la coalición Cambiemos solamente con un 1% de diferencia del gobierno de Scioli (candidato apoyado por Cristina en aquel momento). Scioli no solo era un candidato poco simpático y con poca idea política, sino que también tuvo poco apoyo de Cristina de cara al final de la campaña política. Obviamente las razones de este hecho son múltiples y no dejo de decir que esta es solo una teoría sin ninguna base científica pero que me comentó una colega durante el viaje de Argentina y que es, por lo menos, interesante tenerla en cuenta cuando hablamos de las elecciones en Argentina.

Con este panorama tan complejo llegan las elecciones de 2019, con una campaña electoral que deja fuera a todas las coaliciones y partidos que no sean Macri-Cristina, de hecho, la expresión utilizada allí es que “Argentina en política se ha transformado en un Boca-River”. Las políticas neoliberales que, en algunos casos desastrosas, que implementó el último gobierno, parecía darle claramente los votos al candidato de Cristina, Alberto Fernández y, de hecho, las cifras de las primarias (PASO) así lo indicaban con un 47.49% de apoyo. Al partido de Macri le quedó un 31.80% y en tercer lugar quedó Roberto Lavagna de la alianza de Consenso Federal con un 8.15%.

Las elecciones generales las ganó finalmente Alberto Fernández (Frente para Todos) con un 48.24% y Mauricio Macri (PRO) quedó en segundo lugar con un 40.28%. En una población claramente polarizada en el sentido político, el resultado de las elecciones se vivió de maneras diferentes, algunas personas estaban tristes y otras eran muy felices, pero en general, lo único en lo que todas las personas estaban de acuerdo era que se necesitaba volver a tener una estabilidad vital que diera un poco de seguridad en las vidas cotidianas de las personas.

La gente sabe que, de momento, no ha llegado ningún cambio y el país se encuentra en una situación de stand by a la espera de mejores condiciones en la vida de la gente. “Hacer la plancha” es la expresión que utilizan allí para denominar este momento de vida en Argentina. Así que, por ahora, aunque las elecciones hayan crispado mucho el ambiente en el país, los y las argentinas están en un momento de aparente calma en la cual, si las cosas no van a mejor, pueden explotar tal y como sucedió con las vecinas chilenas.

Pero más allá de esta situación, un aliento de esperanza existe en todos aquellos espacios donde sobrevive la autonomía, la autogestión, el apoyo mutuo y el cariño. Todos esos espacios que Bibi y yo, como parte de Baladre, tuvimos la oportunidad de visitar y enriquecernos de esas experiencias. “Hacer la plancha” puede ser el momento para volver a poner en valor todas aquellas prácticas que no depende de los y las políticas de turno.

09 de Noviembre del 2019

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