En pocas palabras. 15-M Ronda.- Actualmente somos testigos de cómo todo un planeta que tardó cuatro mil millones de años en evolucionar se está destruyendo por la intervención de un sistema económico global que produce la destrucción del medio ambiente, una riqueza exorbitante para unos pocos y un masivo empobrecimiento, unas tecnologías de alto riesgo, …
Para que el mercado siga ganando nosotros tenemos que seguir hundiéndonos. Hoy en día 26 superricos poseen tanto como la mitad más pobre de la población mundial. Aumentar absurdamente las fortunas de esta pequeña y poderosa casta parece ser el único objetivo que le queda a la economía capitalista. Se está devastando la Tierra por tales cifras de riqueza que crecen sin cesar.
Casi todo el mundo sabe del poder destructivo que tiene este sistema, que está enfermo y que nos hace enfermar. Aunque, cada día que pasa, aumenta más el conocimiento sobre las desastrosas consecuencias de ‘seguir como hasta ahora’, la élite mundial mantiene a todo vapor su rumbo hacia la inevitable colisión.
La expansión de los últimos 500 años, partiendo de Europa, se revela como una historia que, para la mayor parte de la humanidad, ha estado asociada desde el principio con el desplazamiento, el empobrecimiento, la violencia masiva —hasta el genocidio— y la destrucción del medio ambiente.
Desde hace unas cuatro décadas, la economía mundial se dirige hacia una crisis que solo queda disimulada por el endeudamiento cada vez mayor de todos los actores, por unas burbujas financieras que estallan en cracs económicos cada vez más profundos.
Al mismo tiempo, el sistema ofrece a cada vez menos personas un sustento de vida asegurado. Las 200 mayores empresas del mundo suman el 25 por ciento del producto social mundial, pero sólo emplean al 0,75 por ciento de la población mundial. Una parte, cada vez mayor, de la humanidad está quedando fuera del sistema económico, y no solo en la periferia, sino también en los centros de acumulación.
La civilización industrial ya ha desencadenado la mayor extinción de especies desde la desaparición de los dinosaurios hace 65 millones de años. Ha creado un arsenal de armas con un poder destructivo desconocido hasta ahora, y ya está dañando los grandes sistemas que sustentan la vida de la Tierra, es decir, el sistema climático, la vida vegetal y animal, los suelos, los bosques, los océanos, los ríos y los acuíferos, de una forma que amenaza su propia existencia.
Las compañías multinacionales han pasado a controlar la mayoría de los sectores estratégicos de la economía mundial: la energía, las finanzas, las telecomunicaciones, la salud, la agricultura, las infraestructuras, el agua, los medios de comunicación, las industrias del armamento y de la alimentación.
Según datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (año 2012), existen más de 100.000 corporaciones transnacionales en el mundo, de las cuales, a su vez, dependen unas 900.000 empresas filiales.
El gigante tecnológico estadounidense, Apple, se ha convertido en la primera empresa en alcanzar una valoración bursátil de 3 billones de $ US. La cifra supera el PIB conjunto de las mayores economías de América Latina.
Greenpeace señala a ACS, de Florentino Pérez, como una de las 20 empresas que han protagonizado casos de violaciones al medio ambiente y los derechos humanos. Las grandes corporaciones no pagan a los Estados los impuestos que deberían, lo que lleva a la desigualdad económica y a la merma de los servicios públicos.
Por otro lado, el rápido ascenso de los movimientos fundamentalistas y de extrema derecha, así como el aumento de las tendencias hacia el estado policíaco, demuestran que también es posible que sean las fuerzas totalitarias las que se apoderen de las estructuras económicas y políticas en proceso de desmoronamiento.