¿Como hablar de Brasil en estos tiempos?

imagenAlessandro de Melo.- Para todas y todos de fuera de Brasil puede ser muy difícil imaginar lo que se pasa en este territorio, especialmente con todo lo que toca al presidente Bolsonaro. De hecho no es fácil comprender este escenario complejo, pero es necesario e urgente.

Empezó por contarles sobre las motivaciones que llevaran cerca de 57 millones de ciudadanos y ciudadanas a dar su voto para Bolsonaro en 2018. La historia empieza en 2013 por lo menos, cuando hubo la ola de manifestaciones contra el Partido de los Trabajadores – PT, que gobernaba Brasil desde 2003. Manifestaciones que sin rumbo político fue secuestrada por la derecha que obtuvo grandes logros en colocar en el sentido común de la gente brasileña el odio a la política en general, y a los partidos de izquierda más aún. Un sentimiento anti-izquierda radical fue diseminado socialmente, y todas e todos de este campo sufrieron fuertes ataques en todos los sentidos.

Bolsonaro no era el primer plan de la burguesía, pero el Plano A no tenía voto entre la población, porque la derecha está descolada hace mucho tiempo de la realidad del pueblo. Bolsonaro aparece como un rayo en el cielo azul, o sea, en un vacío político de los/las “contra la política”, “contra el sistema”. Bolsonaro siempre fue diputado desde los años 90, fue elegido por 4 veces, o sea, no tenía nada nuevo, incluso en sus prácticas políticas, sin embargo, llevó las elecciones sacando a la superficie todo el reaccionarismo histórico de un país marcado por la colonialidad de un régimen esclavagista de casi 400 años.

Las fuerzas reaccionarias estaban esperando a un individuo que las representara, y el odio al PT promovido por los monopolios mediáticos y la burguesía dependiente, cuyo objetivo común era el de radicalizar las medidas neoliberales, que profundizan la miseria y desigualdad social, extrayendo de manera profunda nuestras riquezas minerales, recursos naturales, sacando derechos laborales de la clase obrera, intensificando la miseria de la población negra y con un impacto aún mayor en las mujeres.

Bueno, los resultados pueden resumirse como sigue.

Tenemos cerca de 14,4 millones de desempleados y 5,6 millones de desalentados, o sea, gentes que han desistido de buscar empleo.

Brasil pierde cerca de 15% de superficie de agua desde los años 1990, lo que significa un resumen de nuestra degradación ambiental, resultado de la super explotación de nuestros recursos por parte de un capitalismo predatorio, a servicio de exportación de commodities, especialmente la soja, que sirve para alimentar puercos en China, EUA etc. No es broma, pero toda exportación de commodities está protegida de pagos de impuestos de exportación, lo que es una forma de rodo sistemático de nuestra riqueza social, concentrando en pocas manos mucha riqueza, que deja de ser direccionada para la población en servicios sociales que podrían generar mejores condiciones de vida. Además, Bolsonaro es mundialmente conocido como un presidente que odia el medio ambiente en favor de los criminales del agronegocio y de la mineración irregular.

Nuestras tierras son superconcentradas en pocas manos. Cerca de 1% de las propiedades agrícolas son dueñas de la mitad de la área rural brasileira. Tenemos en nuestro territorio 45% del uso de las tierras de pastos (159.497.547.000 hectáreas); 29% de bosques/selvas (101.370.463.000 hectáreas); 18% para los cultivos (63.517.805.000 hectáreas). “El área ocupada por los establecimientos rurales que declararon producir soja, caña de azúcar y ganadería, según el Censo Agropecuario 2017, sumó 242.966.453 hectáreas”, según la análisis de Marco Antonio Mitidiero Junior Yamila Goldfarb.

Esto causa conflictos de tierras históricas, marcados por la violencia del Estado capitalista, que a todo coste defiende la propriedad privada. Desde hace cinco años, Brasil encabeza la clasificación de los países en los que más activistas que militan en la lucha por la tierra y en defensa del medio ambiente son asesinados, afirma el periódico Brasil de Fato. Aún más: “El número de incidencias aumentó de 1.903 en 2019 a 2.054 en 2020, lo que supone casi un millón de personas. De este total, 1.576 ocurrencias están relacionadas con conflictos de tierra, lo que equivale a un promedio diario de 4,31 conflictos por tierra, que suman 171.625 familias brasileñas, en un contexto de grave pandemia”, afirma el mismo periódico.

A pesar de ser el segundo mayor exportador de “alimentos” (soja no es alimento, verdad?) del mundo, actualmente tenemos cerca de 116,8 millones de personas que viven con inseguridad alimentar, y 19 millones que viven con hambre. Lo máximo de la contradicción del capitalismo, pero éste es su motor, verdad?

En la ciudad la concentración inmobiliaria es igualmente radicalizada. Tenemos hoy en día una población urbana que llega a 85% del total de brasileños. El déficit de habitación en 2019 era de 5,044 millones de domicilios.

Un país marcado por la violencia colonial hace que esta violencia se concentre en poblaciones marcadas por la raza, como los negros y los indígenas. La población negra representa cerca de 75,7% de las víctimas de asesinatos. Más de 2 mil indígenas fueron asesinados entre 2009 e 2019.

Bueno, tenemos que hablar también a cerca de las resistencias, verdad?

Tenemos en las ciudades y en el campo brasileño movimientos diversos de resistencia contra la situación del fascismo de Bolsonaro, y contra la miseria. Claro que no es posible hablar de todo, pero destaco las acciones de los y las campesinas que en medio de la pandemia han producido toneladas de alimentos para las ciudades, para las gentes de periferias empobrecidas. En 2020 fueron más de 3 mil toneladas de alimentos donados por el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra – MST.

En la ciudad tenemos movimientos como el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo – MTST, que han construido 16 cocinas solidarias en 11 estados del país.

En las favelas la gente se organizó y la solidaridad fue notable entre todas en estos territorios empobrecidos de nuestras ciudades, especialmente en las metrópolis. La Central Única de las Favelas - CUFA, por ejemplo, trabaja en estos territorios con proyectos culturales, de incentivo a emprendimientos de economía local etc. Claro, esta es una iniciativa disputada por la burguesía y clase mediana blanca, pero su trabajo fue esencial en muchos territorios.

Desde la universidad de donde hablo, trabajamos con esperanza, pintando la universidad de pueblo, construido proyectos de carreras y otros proyectos para población indígena, campesina y quilombola. Es en este contexto de contacto directo con la resistencia donde ganamos esperanza para el futuro, y otras como las resistencias zapatistas, pela resistencia mapuche y otras poblaciones aborígenes de nuestra América Latina, bien como Baladre, hacen la diferencia en este mundo dominado por el capital.

Saludos a todas baladrinas.

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